El activista Marco Moreno Gaytán dice tener las tres profesiones más peligrosas de México: es ecologista, periodista y maestro. Y en cada una de ellas ha dejado huella. Norteño de nacimiento, un día tomó su mochila y enfiló hacia el sur. Su destino fue Hidalgo, un estado que, desde el primer día, convirtió en su hogar.
Corría el año de 1989. Entonces tenía alrededor de 26 años cuando pisó suelo hidalguense por primera vez. La anécdota que más recuerda de aquel viaje es que conoció Pachuca gracias a un taxista que no tenía cambio. Para aprovechar el viaje, decidió pedirle que lo llevara a recorrer la ciudad.
Detrás dejó su infancia en Ciudad Xicoténcatl, Tamaulipas, un lugar ubicado a 34 kilómetros de Mante. Recuerda que su niñez fue buena: correr en el campo y nadar en las aguas limpias del río eran sus pasatiempos favoritos. “De niño no tuve tiempo de darme cuenta de que era pobre”, dice.
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Desde pequeño, la política y el ambientalismo estuvieron en su vida. Fue en el río donde un accidente con un vidrio le dio origen a su conciencia ambiental. Desde entonces, limpiar el lugar se convirtió en una obligación. La escuela también influyó: un profesor le enseñó a luchar por los derechos ambientales cuando el ingenio azucarero contaminó la zona.
La política llegó después. Se convirtió en dirigente del Partido Frente Cardenista, desde donde enfocó sus esfuerzos en devolver la tierra a sus legítimos dueños. Sin embargo, sus acciones afectaron intereses de personajes poderosos, lo que lo llevó a sufrir 16 atentados. Cree que intentaron infundirle miedo para que abandonara su labor, y en parte lo lograron.
Llegó como delegado de su organización y pronto encontró su rumbo. En un intento de devolverle al estado un poco de lo que le había dado nació la Sociedad Ecologista Hidalguense (SEHI),. Hidalgo, “Me dio una familia y estabilidad y yo le devuelvo lucha por sus bosques y sus aguas.
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Sin embargo, las cosas no han sido fáciles. Uno de los episodios más dolorosos que recuerda fue la derrota en contra de Befesa, la empresa española que pretendía instalar un basurero en Zimapán. La SEHI fue la primera en oponerse, pero después los habitantes del municipio tomaron la bandera de la resistencia. “Ahí me di cuenta de que la SEHI aún no tenía la fuerza suficiente. Fue un golpe duro, pero me sirvió para prepararme, estudiar y fortalecernos. Ahora incluso nuestras investigaciones son citadas por universidades nacionales y extranjeras”, asegura.
En lo personal, tampoco la ha tenido fácil. Hace 20 años, su esposa sufrió un problema de salud que la dejó sin habla ni movilidad debido a un tumor en la cabeza. Los médicos aseguraban que sería dependiente de por vida, pero él no se rindió. Juntos lograron que recuperara gran parte de sus facultades.
“Lo importante es saber qué hacer con lo que te toca”, reflexiona. Aunque reconoce que sus tres profesiones son peligrosas en México, ha aprendido a manejar el miedo. “Cuando tienes miedo, la gente te llama cobarde, pero cuando aprendes qué hacer con el miedo, te llaman valiente”, dice convencido.
Otra de sus pasiones es la poesía. En sus versos, deja claro el amor por los dos estados que marcaron su vida: Tamaulipas e Hidalgo. “Amo mis raíces, pero aquí está mi casa, mi hogar y mi territorio”, afirma.
Y es en una de sus poesías donde resume su vida y su destino:
“Nací rumbo al norte y camino rumbo al sur,
entre las estrellas de la noche se pierde la memoria,
pero encuentro nuevos horizontes desde los cuales amar.”
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- Portada
- Marco Moreno: el ecologista, periodista y maestro que desafió al miedo
- Desestimadas por los Oscar