Dinorath MotaDinorath Mota

César Cruz Benítez, gobernador indígena de San Ildefonso, en Tepeji del Río, ha tejido su vida entre notas musicales y la lucha por los derechos de su pueblo. Desde niño entendió que el esfuerzo era la llave para abrir caminos . A lo largo de su historia, ha recorrido distintos caminos, pero en cada paso la música ha sido su fiel compañera y su brújula: que lo guía hacia lo que ha determinada sea su destino: el bienestar de su comunidad.

César nació en San Ildefonso, el cuarto de cinco hijos proviene de una familia campesina con un fuerte arraigo a la música y la lucha social. Su padre, Juan Cruz Granados, era músico y activista, mientras que su madre Roberta Benítez también trabajaba en el campo y al cuidado de los hijos.

Como cualquier niño, disfrutaba del fútbol y, al vivir cerca de las fábricas de Cruz Azul, soñaba con formar parte de la escuela de cuadro de su equipo favorito. Sin embargo, la vida lo llevó de vuelta a sus orígenes y encontró en el clarinete no solo un estilo de vida, sino su verdadera razón de ser.

Desde pequeño, observó que su padre y sus primos tocaban algún instrumento, lo que despertó su interés por la música. Pronto escuchó hablar del Conservatorio Nacional de Música, aunque no sabía dónde estaba. Después de insistirle a su padre para que lo inscribiera, finalmente logró su ingreso y comenzó a forjar su camino en la música.

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Como promotor de la cultura y las artes en su comunidad, no solo se dedicó a tocar, sino también a enseñar. Fundó la Banda Juvenil San Ildefonso y promovió la creación de la escuela de música en su pueblo, convencido de que la música puede salvar vidas.

“Hay que enseñar a un niño a tocar un instrumento antes que tocar un arma”, afirma con convicción.

Después de terminar sus estudios, regresó a Hidalgo y contrajo matrimonio con Marisela Rivas, con quien ha formado una familia de cinco hijos: Joselin, abogada; Perla Samantha, contadora; Yohoki, músico; Noelia Antonia, también dedicada a la música; y Do̱ni Zänä estudiante del Instituto Politécnico Nacional.

Precisamente con su hija menor emprendió una batalla legal de dos años para que el Registro Civil aceptara su nombre con diéresis y subrayado, respetando su significado original: Flor de luna. Esta lucha se volvió un referente a nivel nacional en la defensa de los derechos culturales y lingüísticos de los pueblos indígenas.

Su nombramiento como gobernador indígena llegó en 2019, luego de que se impulsara la recuperación de esta figura tradicional en su comunidad. Tras competir con otros cinco aspirantes, recibió el bastón de mando con la responsabilidad de velar por el bienestar de San Ildefonso y, más allá de su comunidad, por los derechos de los pueblos indígenas en general.

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César y su esposa, quien es artesana, médica tradicional y embajadora de la cultura de San Ildefonso, tienen como misión preservar las tradiciones de su pueblo. Sin embargo, saben que la lucha debe ir más allá, por lo que en 2021 incursionó en la vida política al participar en la contienda interna de Morena para la gubernatura de Hidalgo. Aunque no obtuvo la candidatura, dejó en claro la necesidad de una verdadera representación política para los pueblos indígenas, para que nunca más sean ignorados.

Hoy, se define como un hombre de familia que no dejará de luchar. Su meta es que los derechos de los pueblos originarios no sean solo palabras en la Constitución, sino una realidad tangible.

“La música transforma, pero la verdadera transformación de nuestros ancestros se dará cuando los pueblos indígenas sean tomados en cuenta en todos los niveles de gobierno”, enfatiza.

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