Jorge Luis Pérez

La estabilidad política de México se basó siempre en el rompimiento entre presidente entrante y saliente. Ecuación inequívoca de la estabilidad, la certeza frase de Tomasi di Lampedusa: si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie.”

Entonces, tan acostumbrados estábamos al rompimiento entre presidentes que resulta inesperada la forma en la que Claudia Sheinbaum, presidenta con A, elogia a su antecesor Andrés Manuel López Obrador, como ocurrió en su gira de trabajo por Hidalgo, el fin de semana pasado.

 No se cansó de hacerle públicos reconocimientos acompañada del gobernador Julio Menchaca, en la puesta en marcha de la obra del tren, en la primera piedra de las 6 mil casas y en la inauguración de la autopista Real del Monte-Huasca.

En lugar de señalamientos y cambios de timón, hoy hay anuncios de proyectos de obras multimillonarias y de enorme interés social para la entidad. Serán inversiones sexenales, y en 2030 esperemos verlas completadas o al menos con un significativo avance.

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Por cierto, dice el gobernador Menchaca, “la presidenta quiere mucho a Hidalgo”, al acreditar que este miércoles se anunciara, en la Mañanera del Pueblo, que nuestra entidad tendrá un nuevo bachillerato. De doce entidades incluidas en un nuevo proyecto educativo, en beneficio de 18 municipios del país, “se nos volvió a tomar en cuenta”.

Se viven momentos de prosperidad y gobernabilidad en Hidalgo. Quien lleva las riendas políticas ha sabido “entrarle” a la presidenta, y cuando hay afecto, dice el dicho, se nota. Habrá que ir pensando en quien le dará seguimiento a ese legado en lo local porque mientras el gabinete guarda las formas, al viejo estilo, hay quienes ya están desojando la margarita de la sucesión.

Será momento pues, ¿de aprovechar la recta? O como antes, ¿el que se mueve no sale en la foto?

Las industrias alcoholeras

Y cerveceras, como la instalada en Apan, Hidalgo, explotan enormes cantidades de agua, afectando el acceso al vital líquido en diversas comunidades de nuestro país.

Gran parte de esta enorme extracción se realiza en regiones de estrés hídrico, y cuyo principal destino de esa agua es la exportación del producto terminado.

La cerveza es el principal producto exportado por México, con una producción valuada en más de 6 mil millones de dólares, seguido por el tequila, con alrededor de 4.4 mil millones de dólares.

La producción de estos productos tiene un fuerte impacto en la salud y el bienestar de los mexicanos, daños que son estimados en 552.2 billones de pesos, equivalente al 2.1% del PIB de México.

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En el marco del Día Mundial del Agua, la Red de Acción sobre Alcohol (RASA), hace un señalamiento sobre la inequidad en la distribución del líquido y los problemas acarreados por la sobreexplotación con fines comerciales.

Se estima que, en México, 12 millones de personas carecen de acceso al agua potable, por lo que, las condiciones de sequía y sobreexplotación de los cuerpos acuíferos en nuestro país podría agravar la crisis hídrica provocando que más personas pierdan acceso a este derecho. De ahí que en México, frente a la escasez de agua en diversas regiones, haya surgido la frase “No es sequía, es saqueo”.

De acuerdo con los datos públicos y abiertos disponibles sobre concesiones, asignaciones, permisos otorgados y registros de obras situadas en zonas de libre alumbramiento de CONAGUA, la industria alcoholera y cervecera tiene concesiones de agua por un volumen de extracción anual de 243 mil 957,935 m3.

El 94.9% de esta cifra corresponde a la industria cervecera. Este volumen serviría para satisfacer las necesidades de agua potable de los 9 mil 209,944 habitantes de la CDMX por 72 días.

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“Frente a la enorme cantidad de litros de agua que extrae la industria cervecera y alcoholera en nuestro país, no debemos olvidar que el agua es un recurso vital, necesario para el desarrollo de la sociedad y fundamental para la salud de las personas. No debemos dejar que esa agua que podría cubrir las necesidades básicas de las personas se convierta, en muchos casos, en un producto que, se materializa en violencia, enfermedades no transmisibles y problemas sociales” apuntó Luis Alonso Robledo, vocero de RASA.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el derecho humano al agua es indispensable para vivir dignamente y es condición previa para la realización de otros derechos humanos, por lo que el agua debe tratarse fundamentalmente como un bien social y no como un bien económico.

Cabe destacar que, el consumo de alcohol ocasiona más de 42,000 muertes al año, es decir, el equivale a 4.7 muertes cada hora. Asimismo, es responsable de más de 200 enfermedades, lesiones y condiciones negativas de salud, incluyendo problemas de salud mental, cáncer, enfermedades del hígado, violencia y suicidio.

Desde RASA hacen un llamado al Estado mexicano para proteger los recursos hídricos y naturales de las industrias generadoras de contaminación y sobreexplotación. La garantía del derecho humano al agua debe estar por encima de los intereses privados de las grandes industrias cerveceras y alcoholeras.

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