Columna Aída Suárez

Nos deja una lección: instinto de sobrevivencia increíble. Aleida fue valiente desde el primer momento en que supo de su enfermedad. El cáncer llegó a su punto fulminante en estos días de Semana Santa y hacemos una reflexión en solitario, en pareja, en familia, entre amig@s.

Aleida, poblana, amaba cocinar y así les enseñó a sus hijos Aleida y Juan Carlos, tanto, que ahora ell@s se dedican a eso, a dar gusto al paladar de los comensales. Esposa del cantautor Carlos Arellano, sí el de “Nunca dejaré que te vayas”.

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Desde hace casi 30 años supo de su enfermedad y sin vacilar empezó el tratamiento, uno, otro, luego cesó. Vino después la cirugía, tratamiento. Ella, con días difíciles se mantenía en pie, a veces no, y era apoyada, escuchada por sus hijos, por Carlos, por sus amistades.

Cumpleaños de Aleida Cabrera Bruscheta le acompañan Amigos, Familiares y Antroporochos.
Fotos: Juan Carlos Rojas

Ella tuvo la suerte de sobrevivir a esos 30 años, un poco en la incertidumbre, y la otra parte entre atender su vida diaria, la casa, cocinar para otros y para los suyos. En los últimos años bordaba historias en pequeños trozos de tela, con hilos de colores y bellas formas que sacaba de la enfermedad. Fueron su creación también, su compañía, su diálogo.

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Pero el Cáncer estaba ahí, a veces silencioso, como dormido, mientras, Aleida aprovechaba para seguir con la vida, para sonreír, para estar con las amigas y amigos, para cuidar de las plantas de su enorme jardín, de hacer pan junto a Carlos.

Cumpleaños de Aleida Cabrera Bruscheta le acompañan Amigos, Familiares y Antroporochos.
Fotos: Juan Carlos Rojas

“Canción para Aleida” es un tema que escribió su esposo Carlos Arellano y que publicó en su primer disco, hace poco más de cuarenta años. Uno de los párrafos dice:

Un grito en la oscuridad/ solicita tu voz como una lámpara;/ flotas en el cuarto, luna circular,/ rasgas el manto de esta noche triste/ que se enciende por tÍ como una lámpara.

Mujeres como Aleida, fuertes, decididas por seguir libremente su instinto de sobrevivencia, se les quiere; se les admira, se les sigue de cerca para aprender de la lección que nos van dejando.

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Y en esta ocasión, por la importancia, por el amor a Aleida, comparto este párrafo escrito por Patricia Suárez Chávez, gran amiga de ella:

Fortaleza, pasiones distintas le distinguían: por la vida, por su familia, por sus amigas y amigos (que son muchos). Por la buena cocina que ofreció siempre para el deleite nuestro. Por el arte que forjaron sus manos en lienzos de piedra, también en pequeñas casitas de yeso; en trozos de tela donde dio rienda suelta a crear pasajes, historias, caminos con hebras de hilo y destellos de chaquiras, flores secas y cuentas de cristales.

Cumpleaños de Aleida Cabrera Bruscheta le acompañan Amigos, Familiares y Antroporochos.
Fotos: Juan Carlos Rojas

Sí, Aleida nos dio su arte, ese en el que volcó su corazón. Y brindó amor a manos llenas.

Convocamos hace años a “la fiesta que urge”, a partir de su afán de mantenernos juntos, de resolver algunas anomalías cotidianas (con chela en mano) y de degustar su comida y, sobre todo, de su hermosa casa donde la camaradería se fusiona con el encanto de Aleida y Carlos. Así, juntos siempre los dos. Entrañable. Es la palabra que la distingue.

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