Dinorath Mota

Sentado en su camioneta, lloró durante tres días a Master, su perro pastor alemán. Más que un amigo, se había convertido en familia, y así, con los acordes de “Se murió mi amigo Bronco, se fue a ver qué hay más allá”, vivió su duelo. Uno de los pocos que ha tenido en su vida, ya que según dice, es un tipo afortunado.

Marco Antonio Rico Mercado, el líder del morenismo en Hidalgo, lleva tatuada en el alma la palabra FAMILIA, tal vez porque de niño, al separarse sus padres y con apenas ocho años de edad, no solo cambió de lugar de residencia de la Ciudad de México a Hidalgo, sino que también dejó atrás a su madre.

Marco Antonio Rico Mercado. Foto: Dinorath Mota

La custodia de Marco y de su hermano mayor, Raúl, quedó en manos de su padre, y así, con maletas en mano, empezaron una nueva vida en Pachuca. Aquí realizó su educación, incluida la superior, en la que se graduó como abogado. Luego, la fortuna lo hizo padre de un hijo; más adelante, un matrimonio con dos niños completó su más grande anhelo: su propia familia.

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Cuenta que no sabe si él vive con su padre o si su padre vive con él, además de su hermano, quien sufre una discapacidad intelectual, por lo que siempre han sido una triada. Luego de su divorcio, se les han sumado sus tres hijos, Cristian, Paco y Ana Laura, quienes tienen una convivencia libre con sus padres, sin ataduras de custodia. También albergan al hijo de un amigo.

Además, en el hogar está Sofía, su nueva pareja y ahora su madre, quien pasa algunas temporadas con ellos. Juntos forman una familia de nueve personas y tres perros chihuahua; Cheto es su consentido.

Marco es así: un hombre que tiene una cafetera en el buró de su recámara. Confiesa que lo primero que hace al despertar es prepararse un café. Y justo así, con una taza en mano, nos cuenta parte de su historia, esa que se guarda solo para los más cercanos.

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Hombre de trabajo, como le enseñó su padre, ha sido un poco de todo, incluido mesero. Ahí vivió grandes historias y enseñanzas. La conciencia social y el hombre de izquierda comenzaron a germinar, y se involucró en la política.

La suerte y el trabajo lo llevaron a ser parte de la historia más importante del país: el morenismo. Convertido en líder estatal del partido más poderoso en el país, asegura que sigue siendo el Marco al que no le gustan los séquitos, el que disfruta de una comida en el mercado y cuyos hijos estudian en una escuela pública y viajan en combi; él asegura que no tiene “juniors”.

Su domicilio en una colonia popular no ha cambiado. Lo más importante que tiene está dentro, y no son cosas materiales: es una mesa rodeada de rostros que disfrutan de una comida mientras discuten un país mejor.

No piensa en el futuro ni en cómo será en cinco años. Es vivir un día a la vez. Hasta ahora, el saldo es bueno: al cumplir 50 años durante la pandemia, su gran regalo fue voltear y ver a todos sanos, sus padres, sus hijos y su pareja. Entonces pensó: “Soy un tipo afortunado que pocas veces ha pisado un hospital, y por eso estoy agradecido”.

Si quieres saber qué pasa con los políticos cuando las cámaras se apagan y llegan a casa, descubre la vida privada de quienes dirigen el destino de Hidalgo.

Nos vemos en el próximo retrato.

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