Cuando uno cree que las cosas no pueden ir peor, sólo hay que ver a la cúpula del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para ver que sí se puede.
Todavía no termina el asombro por los resultados de la pasada elección del 2 de junio, y el PRI de Alito Moreno decidió dar un paso más: reformar sus estatutos para ahora sí terminar de aniquilar al expartidazo. No en vano el actual dirigente nacional ha sido calificado como “el Enterrador del PRI”.
Durante la Asamblea Nacional celebrada el pasado domingo a puerta cerrada en el Pepsi Center de la Ciudad de México, más de 3 mil delegados aprobaron cambios estatutarios y la nueva declaración de principios del partido.
Y dentro de esas reformas, lo que se convirtió en un escándalo es que los delegados aprobaron la posibilidad de que sus dirigentes puedan reelegirse hasta por tres periodos consecutivos, lo cual va en contra de los principios fundacionales del PRI.
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Lo explica muy bien el exsecretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, en un artículo publicado ayer en un diario de circulación nacional: “El PRI, bajo las siglas del PNR, nació en 1929 con dos propósitos: poner fin a los caudillos y crear instituciones. La prohibición de la relección fue el instrumento clave para lograr ambos objetivos”.
Es decir, con los cambios estatutarios que aprobaron ayer los priistas terminaron por enterrar sus propios principios fundacionales. Y de paso, abrieron la puerta a la reelección de Alito y la hidalguense, Carolina Viggiano, quienes han entregado los peores resultados electorales de la historia.
En Hidalgo, algunos de los pocos priistas que hicieron proselitismo en la pasada elección, incluidos el exgobernador Francisco Olvera y el exgidirente estatal José Antonio Rojo, manifestaron su desacuerdo con la eventual reelección de Alejandro Moreno, con lo que podría anticiparse una nueva desbandada local.
Busqué escuchar opiniones para tratar de encontrar alguna lógica en lo ocurrido el domingo y vi coincidencias en el sentido de que la actual dirigencia busca apropiarse del PRI para exprimir lo que queda de la franquicia. Así como ha pasado con otros partidos menores, que se han convertido en una especie de negocios familiares, como sucede con el Partido Verde, dominado por “el Niño Verde” o con Movimiento Ciudadano, cooptado por Dante Delgado.
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Con lo que vimos el domingo, la actual cúpula del PRI confirma cuáles son sus objetivos: no buscan construir un proyecto nacional que busque recuperar las simpatías de los sectores que algún día los acompañaron, lo que tienen en mente es conservar las prebendas del partido que hoy tienen secuestrado.
No importa que continúe el éxodo de priistas que no pertenecen a ese grupo, ni el rechazo popular que enfrentan, los pocos que quedan van por los negocios que aún pueden hacer al cobijo del tricolor. Eso, hasta que pierdan el registro, lo cual, así como van, podría suceder en muy poco tiempo.
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