Apenas se cumplían 10 días de 2025 y los más ricos del mundo ya habían emitido el CO2 que podían en todo el año. Poco les preocupa ya que existe esta nueva tendencia de los bonos de carbono, que en muchas ocasiones sirven para desplazar comunidades enteras para “reforestar” o generar “proyectos compensatorios” de tal manera que puedan medio resarcir parte del daño que han ocasionado por décadas. Sí, ese 1 por ciento que representa la población más rica de todo el mundo puede contaminar todo lo que quiera -sí, como defendió el representante de Taylor Swift cuando la señalaron por sus vuelos privados- y luego solo adquirir bonos de carbono que posteriormente apoyarán proyectos que ayuden a eliminar o reducir este impacto.

Por si fuese poco, ese mismo 1 por ciento vio crecer su fortuna en 2024, pues la Oxfam calcula que ésta aumentó 2 billones de dólares en dicho periodo, tres veces más rápido que en 2023, y eso no es todo, sino que además 60 por ciento de este patrimonio acumulado multimillonario nace a partir de la herencia familiar, así como del clientelismo y de prácticas monopólicas; es decir, quienes se congregan en grandes foros para dar consejos sobre negocios y éxito, han empezado su vida con un colchón financiero y de relaciones públicas que podría asegurarles grandes ganancias a pesar de cometer errores en sus primeros emprendimientos.

Mientras los ciudadanos promedio estamos apelando por la protección del medioambiente para proveer una vida digna a las siguientes generaciones, los multimillonarios están asegurándose de acumular lo impensable para que varias generaciones de sus descendientes vivan como reyes a pesar de la crisis climática. Tan solo en 2023, el sector multimillonario del norte global extrajo 30 millones de dólares por hora del sur global gracias al clientelismo mundial establecido a través de un sistema financiero que han moldeado para favorecerlos.

SIGUE LEYENDO: Pedro Porras: lecciones de vida entre el aula, la política y el destino

Este lunes varias de las personas más ricas del mundo -hombres en su mayoría- acompañaron de cerca a Donald Trump en su nueva investidura, prometiendo así que será un periodo oscuro para la aprobación del impuesto global a los ultrarricos, promovido por el presidente Lula da Silva en el G20. También es un riesgo para los países con las mayores reservas de litio, porque si bien Trump quitará los beneficios fiscales para los automóviles eléctricos, Elon Musk podría tener mayor apoyo para cualquier estrategia que explote el triángulo del litio en Sudamérica. Lo triste de esto evidentemente no es que tengamos vehículos menos dependientes de combustibles fósiles, sino que el litio es un mineral escaso que para extraerse generaría efectos irreversibles en las comunidades y no contamináramos menos por tener autos eléctricos per se, sino que si quisiéramos aprovechar las bondades a largo plazo de este mineral, deberíamos enfocarnos en elaborar transporte público para que beneficie a la mayor cantidad de población posible y no sólo a quienes pueden costearse un vehículo particular de estas características.

Los ultrarricos nos están vendiendo la idea de que solo quienes acceden a estos autos cuidan al ambiente y la población de menos ingresos no, pero esto no es más que un slogan aspiracionista convertido en el símbolo cultural de nuestra generación y para que los ricos dejen de acumular tanto tendremos que adquirir sus productos más sabiamente, exigir que paguen impuestos ad hoc a sus riqueza y que no nos engañen con bonos de carbono.

Suscríbete a nuestro canal de WhatsApp y entérate de todas las noticias al instante.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *