KATHYA MORENO

En el corazón de Hidalgo, durante el segundo y tercer mes del año se enciende una chispa de alegría que recorre calles y plazas con música, color y tradición: ¡Ya llegó el carnaval! Más que una simple fiesta, este evento es el reflejo vivo de la identidad de los pueblos hidalguenses, un espacio donde la historia, la espiritualidad y la celebración se entrelazan en un espectáculo único que fortalece el tejido social y atrae a visitantes de todas partes.

El carnaval en Hidalgo tiene raíces que se hunden en la época colonial, cuando las festividades paganas europeas se fusionaron con las costumbres prehispánicas. Lo que alguna vez fue una manifestación católica previa a la Cuaresma, se transformó en una celebración sincrética que adopta elementos indígenas y mestizos. La danza, los disfraces y la música son testimonio de esa fusión, donde personajes como los “cuernudos” en la Calnali o los “xithas” en otras regiones, simbolizan la resistencia y la alegría del pueblo.

Para quienes participan, el carnaval no es solo una fiesta, sino un acto de identidad y pertenencia. Los danzantes, artesanos y músicos dedican meses de preparación para diseñar máscaras, trajes y coreografías que representen el espíritu de sus comunidades. Muchos ven en el carnaval una forma de honrar a sus ancestros, de exorcizar preocupaciones y de renovar la esperanza para el año que comienza. Además, el sentido de comunidad se refuerza, pues la participación colectiva y la transmisión de saberes ancestrales son clave para su conservación.

El carnaval en Hidalgo no solo es una manifestación cultural, sino también un importante motor turístico. Municipios como Alfajayucan, San Agustín Metzquititlán y desde luego Huautla con “mecos” y “tepechichis”, reciben un incremento significativo en el flujo de visitantes y turistas, lo que se traduce en una derrama económica para artesanos, comerciantes y prestadores de servicios. La gastronomía, la artesanía y las expresiones artísticas locales encuentran en esta temporada una vitrina ideal para proyectarse a nivel nacional e incluso internacional.

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La fiesta de carnaval cada vez recobra más vida, donde las escuelas y las familias continúan sumándose a esta gran tradición que impulsa la unión comunitaria y sobre todo el festín de disfrutar la vida. Además, el apoyo de las autoridades y el interés por hacer que su municipio realce en estas fechas cobra cada vez más vida, promoviendo la educación cultural desde temprana edad y fomentando el turismo responsable que valore y respete estas tradiciones.

El carnaval en Hidalgo es mucho más que una fiesta: es una expresión de identidad, resistencia y comunidad. Es un recordatorio de que la cultura vive y evoluciona, pero que su preservación depende del compromiso de quienes la heredan. Al apoyar y participar en estos eventos, no solo celebramos el pasado, sino que aseguramos su futuro para las próximas generaciones.

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