En la vida siempre hay cicatrices, algunas de gusto y otras de dolor. En el caso del consejero electoral Alfredo Alcalá Montaño, sus seis operaciones, múltiples fracturas y esguinces tienen un solo origen: el fútbol, que junto con la práctica electoral, han trazado su ruta de vida. Una donde el aprendizaje y la disciplina también tienen nombre: Carmen, su madre, quien se las inculcó desde niño.
Alfredo, a sus 43 años, ha tenido la vida que ha querido. Aunque en algún momento pensó en estudiar Derecho, Biología o ser Agrónomo, el destino ya tenía decidido su camino. Un día tomó dos decisiones que marcaron su rumbo: estudiar en la Ciudad de México y, en el último momento, elegir la carrera que sería la correcta: Ciencias Políticas.
Suscríbete a nuestro canal de WhatsApp y entérate de todas las noticias al instante
Antes de llegar ahí, recuerda su niñez, aquella en la que dice, tuvo que aprender a ser responsable y a luchar por lo que quería, pues la disciplina te lleva justo a donde deseas estar. De esos años, lo que más disfrutaba era el fútbol. En la cancha quedaron también los momentos difíciles, como la separación de sus padres.

Fue con su hermano Daniel con quien compartió esa pasión. A los 10 años organizó su primer equipo: Dragones de Juan C. Doria. Recuerda cómo iba de casa en casa reuniendo a los vecinos para jugar en el torneo local. Con el paso del tiempo, ese gusto por el fútbol le costó cinco operaciones de rodilla, una de nariz, fracturas y esguinces. Pero también, dice, le dejó grandes aprendizajes y, sobre todo, la alegría de vivir una de sus mayores pasiones.
SIGUE LEYENDO: Del cielo a la tierra: de Kohoutek a Cohutec, el hombre que ama las letras
La vida transcurrió, y con ella llegó el momento de decidir qué quería ser. La primera gran decisión, cuenta, fue irse a estudiar a la UAM en la Ciudad de México. Ahí, en el último instante, se debatió entre Derecho y Ciencias Políticas, siendo esta última la que le robó el corazón.
A los 17 años, sin ser mayor de edad, llegó solo a una ciudad inmensa. Rentó un cuarto donde apenas cabían una cama y un escritorio. Más allá de las carencias y con una educación apenas básica, tuvo que competir con personas mayores. Su meta: ganarse un lugar por mérito propio.
Y lo logró. Con estudio constante, no solo compitió, también concretó muchos proyectos.

Sus primeros pasos en el ámbito electoral llegaron en el segundo cuatrimestre de la carrera. Entonces aparecieron las primeras señales de lo que sería su camino. Participó como observador electoral en 2002, incluso antes de emitir su primer voto. También organizó grupos de estudiantes para observar elecciones y realizó su servicio social en el Centro de Estudios y Documentación Electoral.
Recuerda que su tesis de licenciatura trató sobre la importancia del Instituto Estatal Electoral en los procesos de alternancia municipal. Desde entonces, su mirada ya estaba puesta en el ámbito electoral. A los 18 años, como observador, al llegar a las oficinas del Instituto Estatal, se dijo a sí mismo: “Algún día estaré aquí”. Hoy, años después, cumple esa promesa como consejero electoral.
TE PUEDE INTERESAR: Entre política y peinados: la historia que no sabías de Navor Rojas
Se reconoce como un servidor público comprometido con el fortalecimiento democrático, la transparencia y, sobre todo, con la participación ciudadana.
Separar el estudio de Alfredo es prácticamente imposible. Lo lleva en la sangre. Las bibliotecas, los libros, las investigaciones, los foros y los talleres han sido parte de su formación, no solo profesional, sino también personal.
Por eso, lo que más le irrita es ver a personas que ocupan un cargo público sin comprender la responsabilidad que implica. Los cargos son transitorios, pasajeros. Pero eso, dice, muchos lo olvidan.

Además de su carrera, ha formado una vida como padre. Su hijo, Alfredo Mateo, tiene 18 años y ha decidido seguir sus pasos estudiando Ciencias Políticas. Aunque asegura que será una decisión personal, comparten el amor por el fútbol, los videojuegos, especialmente FIFA, y el compromiso con el estudio.
Aunque ha dedicado gran parte de su vida al trabajo, no descarta fortalecer en el futuro sus lazos afectivos, familiares y emocionales. Cree en la posibilidad de formar su propia familia. “Las puertas no están cerradas”, afirma.
Algo que también disfruta es viajar, reír y aprender. Porque la felicidad, considera, está en las cosas sencillas que le dan forma a la vida.

Alfredo Alcalá no solo ha construido una carrera basada en el estudio y los valores que le inculcó su madre, Carmen. También busca incidir, transformar y dejar huella en todo aquello que le apasiona.
- “Soy ama de casa, pero también soy Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas”: Sheinbaum sobre el Chicharito
- De las canchas del fútbol a las de la política: Alfredo Alcalá, el consejero que juega en ambas bandas
- ¿Tenemos las salas de cine que necesitamos?