¿Qué nos construye como seres humanos?
El lugar donde nacemos, las raíces que nos nutren, la familia que nos toca. Son esos los vínculos invisibles de la vida. Hasta el nombre y la fecha de nacimiento… todo eso nos forma.
Y sí, a Cohutec Vargas, todo eso lo ha hecho ser la persona que es hoy: escritor, activista y promotor cultural.
Suscríbete a nuestro canal de WhatsApp y entérate de todas las noticias al instante
Con raíces hidalguenses por parte de su padre, Luthzgardo Vargas, originario de Huazalingo, y morelenses por su madre, Lucina Genis, proveniente de la tierra de Zapata, Cohutec es una mezcla viva de culturas y tradiciones. Nació en Atlixco, Puebla, y en 2003 llegó a Hidalgo, donde vivió hasta 2011. Por eso considera a este estado como la cuna de su obra literaria.

Cohutec cuenta que su nombre es uno de esos vínculos esenciales en su vida: fue una adaptación del cometa Kohoutek, que atravesó el cielo en plena luz del día en 1972, año de su nacimiento. Su infancia, dice, estuvo tejida con tierra, plantas y animales.
SIGUE LEYENDO: Entre política y peinados: la historia que no sabías de Navor Rojas
En el seno familiar convivió con sus hermanos Ari, Narciso, Jesús y Alma, todos arropados por padres dedicados a la producción de plantas y al cuidado de una pequeña granja. A él, dice, le tocó ser “el sándwich” de la familia. En ese entorno de flores, tierra y raíces, no solo se formó su identidad, sino también su sensibilidad y visión de futuro.
Su padre abandonó la docencia para dedicarse al comercio de plantas. Así, el mundo familiar transitaba entre árboles frutales, flores y animales de granja. Por eso Cohutec considera que ese contacto directo con la tierra lo hizo consciente de que la vida es un trabajo permanente, persistente, de esfuerzo y lucha. Esa misma tierra, afirma, le daría más adelante uno de sus caminos: recorrer comunidades para llevar cultura y conocimiento.
De niño soñaba con dos cosas: ser escritor y ser científico. Se imaginaba en un laboratorio descubriendo vacunas, pero también escribiendo libros. La vida, dice, ha sido generosa. No trabaja en un laboratorio, pero sí es divulgador científico y escritor.

A lo largo de los años ha publicado 14 libros sobre neuroeducación y neurorehabilitación, siete poemarios y un libro de cuentos. Se define como un ser humano constructor, impulsor y gestor del desarrollo humano, convencido de que el progreso de una sociedad comienza cuando se brindan condiciones reales para el desarrollo de cada persona.
Su trabajo no se limita a auditorios ni salones de clase; también llega a comunidades rurales, donde ha llevado poesía y conocimiento. Por eso creó el Festival Cultural Xelhua, que recorrió el noreste de Puebla y la sierra de Hidalgo. Fue ahí donde produjo el documental “El paraíso tiene patria”.
TE PUEDE INTERESAR: De las letras del abecedario a las de Paloma Negra, Zitlalli Callejas, la maestra y abogada que hoy está donde se decide el rumbo de la educación
Cohutec es un hombre separado, sin hijos, pero amante del cine. Su película favorita es El laberinto del fauno, por su mezcla de fantasía y crítica al fascismo. Lo que más le disgusta es la ignorancia y el desinterés; en contraposición, ama el zacahuil y el plato huasteco.
Si hay algo que aún le falta hacer, dice, es incidir en políticas públicas que mejoren la vida de las personas vulnerables, aquellas que más lo necesitan y que muchas veces son ignoradas o invisibilizadas.
Por ahora, se dice satisfecho. Se proyecta en algunos años rodeado de sus árboles, bonsáis, plantas, animales y la tranquilidad de su hogar, en Atlixco. Todo ello envuelto en ese misticismo de Huazalingo, donde el eco regresa y se transforma en forma de vida, de escucha, de transformación. En el origen, ahí donde los seres humanos se forman.
- “No debí hacerlo”: diputado Leonel Perusquía se disculpa por disparar arma en Juárez Hidalgo
- Del cielo a la tierra: de Kohoutek a Cohutec, el hombre que ama las letras
- Súper Barbacoa Betos, 70 años de historia en el corazón de Pachuca