México se encuentra entre los países que más han sufrido deforestación y entre los factores determinantes se encuentra el cambio de uso de suelo hacia lo habitacional e industrial, pero también debido a la demanda de monocultivos como podría considerarse la cosecha aguacatera. El interés por el llamado “desarrollo” nos ha hecho creer que la única forma de progreso tiene que ver con el parecido que tengamos a las grandes economías mundiales; es decir, muchas empresas, muchos empleos, mucho consumo de productos, esto aunque las empresas contaminen, sequen y deforesten más nuestros territorios, y luego paguen míseros salarios para que ningún empleado pueda costearse jamás la vida que le prometieron, pero que gaste lo poco que le queda en esa aspiración.
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Las élites del mundo se han encargado de convencernos de que una empresa aquí y una industria por allá no contaminará ni se acabará el agua, por el contrario, traerá nuevas vialidades y acercamiento a la inversión y turismo, pero sabemos bien cómo termina ese cuento. En muchos casos fingen demencia, porque entienden muy bien la importancia de los ecosistemas, tan es así que cuando llegó el huracán Beryl al sur de México, los mismos que querían explotar la zona de manglares entendieron muy bien su importancia, tanto que usaron el de Nichupté para proteger sus yates pero no a la población, entonces, sí están entendiendo lo benéfico de la biodiversidad, pero la quieren para ellos mismos y para sus bienes, ¡típico de acumuladores! Si los manglares no fueran constantemente amenazados por la inversión hotelera, quizá en su momento Otis no hubiera arrasado con Acapulco, pero ahí ya depredaron todo lo que pudieron y como pudimos ver, los hoteles enfilados en la costa no protegen a una ciudad de las inclemencias, la naturaleza sí.
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Los incendios, cada vez más incontrolables, tampoco son coincidencias, por lo menos en México muchos están relacionados con disputas territoriales provocadas por el sector inmobiliario; es el caso de Sisal, donde 850 hectáreas de la Reserva de Ciénagas y Manglares de la Costa Norte de Yucatán se vieron afectadas en agosto pasado por un incendio que duró casi cinco días, allí las empresas tienen intereses de construir una vialidad que comunique sus fraccionamientos con las playas para que sea más atractivo comprar casas ahí. Lo mismo ocurre en el centro del país, que desde que inició 2025 se tiene el registro de dos incendios en El Tangano, Querétaro, que también se encuentra amenazado por la mancha urbana.
La importancia de saber y, sobre todo, reconocer esto es porque como ciudadanos nos brinda herramientas para entender y defender nuestro entorno. No solo se trata de ver cómo los multimillonarios colapsan todo, sino de ir comprendiendo el contexto, ya que no estamos exentos de que en nuestras propias colonias o fraccionamientos alguien busque despojarnos de predios para construir un ducto, casas residenciales o plazas comerciales. No caer en el falso discurso del “desarrollo” es una forma de ir encontrando nuevos caminos para evitar la deforestación, entendiendo que la economía puede encontrar también nuevas formas de sostenernos sin aniquilar lo que realmente nos dota de vida y bienestar.
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