Sandy Franco

En los últimos meses, hemos sido testigos del final de varias series y este 2025 marca también el término de otras más que llegaron a las plataformas de streaming. Algunas de ellas tuvieron el éxito deseado y a otras no les fue bien; a la mitad de la producción ya habían sido canceladas, mientras que a las que les fue mejor, van por una o más temporadas en el futuro.

Hace unos días me encontré con una reflexión de Javier Ibarreche sobre las series y el momento en el que deben terminar. El influencer del cine preguntaba: “¿Cuándo debe acabar una serie?”. Y ponía como ejemplo el final de El juego del calamar y el término de la más reciente temporada de The Bear. Me puse a pensar en otras series que están agonizando, otras que tuvieron más de 10 temporadas y desgastaron la historia, y otras que supieron terminar cuando debieron, en el pináculo del éxito.

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Aunque pensamos que el boom de las series llegó con el streaming y la pandemia, recordemos que antes ya éramos asiduos a programas que tenían más de 10 temporadas, caso especial el de las sitcoms, que debido a su naturaleza y duración de capítulos, tenían más oportunidad de desarrollar temporadas a granel y aun así llega un momento en el que la historia no evoluciona más y hay que terminar o bien, de tantas temporadas, la historia se torna cansada y aburrida. Casos como The Walking Dead, Grey’s Anatomy, La niñera, Lost y muchas otras producciones duraron más de lo que debían.

Todo se puede resumir en dos puntos: el primero, mantener en el gusto del público la historia que los había atrapado en las primeras temporadas, con giros que pueden impresionar a los fans, nuevos personajes que no llegan a aportar nada y más de lo mismo, hasta que llega un punto en el que los niveles de audiencia bajan y los estudios deciden cancelar, incluso cortarla a la mitad de su temporada.

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El otro punto tiene que ver con las ganancias: mientras más dinero llegue a las arcas del estudio, más exprimirán un producto, incluso cuando la historia ya hubiera dicho todo desde hace cuatro temporadas. Por ejemplo: Friends, Élite, Emily en París, todas las sucesoras de Marvel después de Falcon y el Soldado del Invierno, y el ejemplo que toma Ibarreche: El juego del calamar. Productos que debieron terminar en la primera, segunda o tercera temporada, pero que el dinero que ya habían dejado a sus estudios o plataformas no fue suficiente y hay que hacer más, repitiendo los patrones o incluso renovando elenco para el toque de frescura que nunca se ve.

Ahora bien, hablemos de algo de lo que últimamente están haciendo grandes estudios y que sí, en parte, tiene que ver con el dinero: los reboots. Un caso muy especial que es lamentable y que queda en la posteridad para entender por qué ciertas series terminaron en su momento y no debieron resucitar es And Just Like That, la “nueva” fase de Sex and the City, serie muy popular en los 90 y 2000, que terminó con dos películas, luego de 7 temporadas. Supimos qué pasó con sus protagonistas y hasta dónde llegaron. Regresar a las mujeres ahora en sus edades más adultas, como los 50 o 60, no era mala idea, pero aceptémoslo, nunca supieron entender a su público de esa edad y jamás pudieron regresar al punto de partida donde Sex and the City empezó. Mismo caso con Betty la fea, no funciona, quizá por los nuevos tiempos o porque ya había un final. Por mucha curiosidad que nos dé saber qué sigue, sabes que es una mala idea.

Otro ejemplo de revivir una serie después de tanto tiempo es Cómo conocí a tu padre, algo así como un spin-off de Cómo conocí a tu madre, ahora desde la otra perspectiva, con nuevo elenco completo y cero gracia de su antecesora. La tuvieron que cancelar y lo mismo con And Just Like That: dos capítulos más y el fin de una era. Para allá creo que va Betty, demostrando que si ya se acabó, no hay necesidad de resurrección.

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Ahora bien, ¿qué pasa cuando las series saben en qué punto es mejor decir adiós a su audiencia? Tienes fenómenos tan buenos como Succession o las miniseries que se quedan en una sola temporada, en las que el éxito fue alcanzado y es bonito y está bien. No me puedo imaginar Succession con otras cuatro temporadas, no podía funcionar otra de Gambito de dama y tampoco quisiera que hubiera segunda temporada de Adolescencia.

En un mundo en donde de lo bueno, poco, las series se adaptan a las nuevas audiencias y generaciones. Ya no podemos ver 11 temporadas con 22 capítulos como mínimo de una historia. Por eso las llamadas miniseries son un éxito con 8 capítulos que concentran lo bueno de una narrativa. Aquí la cuestión es: ¿por qué, si estuvo pensada como una miniserie, te aventuras a hacer una segunda temporada?

A la reflexión de Ibarreche le agregaría las series que no debieron ser canceladas y que tenían más para contar. Y aquí va un caso que sacrificó su gran producción todo por los escándalos de su creador: The Sandman tenía todo para ser una serie con al menos otras dos temporadas, pero Neil Gaiman tenía que salir con acusaciones serias que le costaron caro a una producción completa y como pocas.

Aunque las series se han convertido en un producto que se perfecciona cada vez más conforme a los gustos de la gente, no dejan de ser un medio para enriquecer a los estudios o plataformas. Cuando una serie se vuelve todo un fenómeno en redes sociales, los creadores, productores y demás gente que está detrás ven una mina de oro que aprovechan, quitando la importancia que las puso ahí: su narrativa ¿Vale más terminar una serie en la cima del éxito o exprimirla hasta la temporada 20?

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La recomendación: The Studio es una ventana a por qué pasa lo que pasa en Hollywood. ¿Qué hace que los estudios elijan sagas, franquicias, reboots y remakes por encima de cine de autor, del original, del que ya casi no se ve? Véanla, está en Apple TV y hasta aquí. ¡Corte y queda!

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