El concepto de macho alfa está a punto de desaparecer. Muchos de los estereotipos que lo sostenían han ido cayendo conforme el estudio de fauna se ha expandido. Este lunes la revista PNAS publicó una investigación que descarta que el macho alfa sea un perfil de mando por default dentro de grupos de primates y ha demostrado que existe una interacción mucho más compleja de lo que los humanos con visión antropocéntrica y occidental podíamos creer.
En otras especies la dominación entre sexos no existe, sino que son los factores evolutivos y/o estratégicos los que definen quién manda dentro de determinado grupo. Esto realmente es relevante porque tira abajo justamente todo este concepto de macho alfa en el que hombres Temacheros o incels se han basado para reproducir lo que claramente ya sabemos es discriminación por cuestión de género. Y decir que los fans de Temach son los únicos desinformados es mucho decir, realmente estas teorías —que yo ya tildaría de conspiranoicas— las repiten como manda varios pseudo científicos y catedráticos hasta el cansancio aún en estos días.
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Aunque nos cueste reconocerlo, el feminismo actual se ha convertido en el principal medio de divulgación científica un tanto sin querer. Para echar abajo todos los conceptos erróneos que se tienen sobre las mujeres, avalados supuestamente por la ciencia, las académicas lograron desempolvar estudios científicos que descartaban desde hace décadas tal o cual teoría. Es chistoso casi que dan ganas de llorar, no se puede comprender cómo hay tanta información en el aire y en las universidades siguen vendiendo postulados freudianos como teorías de biología ya descartados desde los años sesenta.
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Así me pasó hace unos años, un activista, biólogo y hasta consejero en comités de conservación a nivel nacional me mansplicaba sobre “teorías” que “demostraban”, por ejemplo, que existen dos tipos de orgasmos en las mujeres y que, además, las contracciones que tenemos al alcanzarlo eran estrictamente reflejos reproductivos que succionaban el semen con el objetivo de conseguir la fecundación.
Bueno, vamos por partes, eso de que existían dos tipos de orgasmos en las mujeres, uno clitoral y otro vaginal, fue una propuesta de Sigmund Freud, de quien sabemos ya que de proponer propuso muchas cosas gracias a su fama y sin la mínima ética ni respaldo científico real, pero que muchos años después fueron descartadas en laboratorios, una de ellas fue ésta, que Másters & Jhonson desmintieron completamente en los años sesenta: solo hay un tipo de orgasmo que cuando mucho tiene varias etapas. En este mismo laboratorio, los dos científicos descartaron también aquella teoría del “orgasmo succionador pro fertilidad” de Theodoor van de Velde, un ginecólogo que nació y ejerció su profesión en el siglo XIX con unas ideas medio locochonas. La conclusión: estos espasmos solo son reflejos involuntarios que aún no se ha demostrado que tengan una función. Aun así, estás dos ideas se siguen impartiendo en clase.
Tendríamos que sorprendernos cómo estas representaciones desde el psicoanálisis —sin probar en su momento— llegaron a ser un postulado casi inmaculado dentro de la biología, tanto que egresados de esa carrera de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo siguen compartiéndola como verdad absoluta a pesar de los diversos estudios que ya lo descartaron una y otra vez.
Es hora de que todos aceptemos que lo que sabíamos de otras especies y hasta de nosotros mismos como humanidad tuvo un sesgo cultural muy puntual. Las proyecciones culturales sobre lo que es lo masculino y lo femenino permearon en la visión de científicos dentro de sus investigaciones y tenemos que admitir que necesitamos actualizarnos, porque de ser así Temach no estaría aconsejando a los hombres presumir músculos y fuerza como único mérito “ligador”, sino que —de realmente basarse en la ciencia— hablaría de cómo las hembras primates tienden a relacionarse mejor con machos reservados y tranquilos que con fuertes y conflictivos.
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En nombre de la biología se dicen muchas cosas, incluso expresado desde sus estudiosos más prodigiosos porque la misoginia no se acaba en la academia. Pero si de verdad tuviésemos la intención de refererirnos a la ciencia para defender nuestro punto, quizá estaríamos defendiendo que el sexo ante la ciencia genética tampoco es binario —porque existen personas con cromosomas XYY y XXYY— y que las verduras no son una categoría biológica sino gastronómica.
Fuentes:
- The evolution of male-female dominance relations in primate societies: https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2500405122
- González, Marta (2016). Believin is seeing: science, women and primates: https://www.youtube.com/watch?v=oUIMfyThwto
- Roach, Mary (2008), Bonk: el curioso acoplamiento de la ciencia y el sexo.
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