Oportunidad de los Clubes para proyectarse, conectar y posicionarse

El Mundial de Clubes 2025 no es un torneo más. Representa el inicio de una nueva etapa en la industria del fútbol global, donde no solo se disputa la gloria deportiva, sino también la construcción —o consolidación— de una imagen internacional sólida para clubes, ligas y países.

Por primera vez en la historia, la FIFA organiza un Mundial de Clubes con 32 equipos, al estilo de la Copa del Mundo de selecciones. Estados Unidos como sede, en lo que parece un ensayo general rumbo al Mundial 2026. Más allá del espectáculo deportivo, este evento inaugura una batalla simbólica de marcas en la que clubes de distintas confederaciones miden no solo su rendimiento, sino su influencia global.

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Equipos como Real Madrid, Manchester City, Chelsea, Flamengo, Palmeiras, Pachuca, Monterrey y Al Ahly llegaron con estilos, historias y mercados distintos. Pero todos con una motivación común: potenciar su imagen ante una audiencia planetaria. La FIFA espera que este torneo atraiga a más de mil millones de espectadores en medios digitales y tradicionales, cifra que se va cumpliendo hasta este momento. Y con ello, los clubes tienen la oportunidad de convertirse en marcas verdaderamente globales o de consolidarse como tales.

La experiencia del Real Madrid es un caso paradigmático. Con 5 títulos del formato anterior del Mundial de Clubes, el equipo español tiene una marca consolidada en Asia, Medio Oriente y América Latina. Pero ahora enfrenta nuevos retos: adaptarse a un torneo largo, resistir físicamente en un calendario saturado y defender su prestigio institucional ante clubes menos conocidos pero igual de ambiciosos.

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Por otro lado, el torneo es una vitrina irrepetible para equipos con menos exposición internacional. El Pachuca, por ejemplo, que ha dominado los torneos internacionales de su Confederación en la última década, tuvo una oportunidad histórica de elevar su nombre fuera del continente, un buen papel en Estados Unidos hubiera significado abrir puertas en el mercado hispano y asiático. Según datos de la consultora Kantar (2023), la afición mexicana en EE.UU. representa más del 60% del consumo de fútbol internacional en plataformas en español. La oportunidad no era menor, pero no se aprovechó.

Pero la imagen no solo se juega dentro del campo. La comunicación institucional de los clubes es clave. Aquellos que logren conectar con nuevas audiencias, contar su historia y mostrar identidad —más allá de los resultados—, ganarán una base de seguidores duradera. Flamengo, por ejemplo, ha trabajado su narrativa de “gigante sudamericano” en inglés y chino a través de redes como TikTok e Instagram. El objetivo: ser más que un club brasileño, ser una marca continental.

La FIFA, por su parte, sabe lo que está en juego. Al reinventar este torneo, busca también reposicionar su propio producto frente al crecimiento de ligas como la Premier League o la MLS, que han encontrado formas de monetizar el espectáculo sin depender de los torneos FIFA. La inclusión de 32 equipos no es gratuita: es una estrategia para ampliar mercados, atraer inversiones regionales y reforzar su rol como rector del fútbol global.

¿Y qué pasa con los clubes africanos o asiáticos? Aquí también hay un juego de imagen. Al Ahly de Egipto y el Urawa Red Diamonds de Japón no solo representan a sus ligas, sino a todo un continente en búsqueda de respeto internacional. Su desempeño no solo será evaluado en la cancha, sino como símbolo del desarrollo futbolístico más allá de Europa y América del Sur.

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El Mundial de Clubes 2025 será un campo de batalla en todos los niveles: deportivo, económico y simbólico. En él, la imagen de los clubes ya no dependerá exclusivamente de sus títulos, sino de su capacidad para proyectarse, conectar y posicionarse en una audiencia global cada vez más exigente y diversa. Porque hoy, más que nunca, el fútbol también se gana en la mente y el corazón del espectador. Y ahí, la reputación vale tanto como el marcador.

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