Antares Cervantes

Lo que tienes que saber

  • En México, la música en vivo movió miles de millones de pesos, activó ciudades enteras y confirmó que el escenario es hoy un motor financiero.
  • A esto se suman las giras internacionales que, con apenas un par de fechas en estadios, generaron cifras que oscilaron entre los 800 millones y más de 3 mil millones de pesos en consumo turístico, hotelería, transporte y comercio.
  • En 2025, el trío regiomontano se consolidó como la banda mexicana de rock más visible fuera del país, participando en giras internacionales, festivales de alto perfil y abriendo conciertos ante decenas de miles de personas.

Durante 2025 quedó claro que la música dejó de ser solo un acto cultural para convertirse, sin pudor, en una de las industrias más rentables del país. Los conciertos y festivales ya no se miden únicamente por aplausos o camisetas negras levantadas al aire, sino por cifras que rivalizan con sectores completos de la economía nacional. En México, la música en vivo movió miles de millones de pesos, activó ciudades enteras y confirmó que el escenario es hoy un motor financiero.

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Festivales como Pa’l Norte superaron los 300 mil asistentes y dejaron derramas económicas cercanas a los 2 mil millones de pesos, mientras que eventos como Corona Capital rebasaron los 700 millones en impacto directo e indirecto. A esto se suman las giras internacionales que, con apenas un par de fechas en estadios, generaron cifras que oscilaron entre los 800 millones y más de 3 mil millones de pesos en consumo turístico, hotelería, transporte y comercio. La música, literalmente, puso a circular el dinero.

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En este contexto, las bandas mexicanas entendieron una verdad incómoda: sobrevivir ya no depende solo de grabar discos, sino de salir a la carretera, vender mercancía y sostener una presencia constante en el circuito internacional. El caso de The Warning es emblemático. En 2025, el trío regiomontano se consolidó como la banda mexicana de rock más visible fuera del país, participando en giras internacionales, festivales de alto perfil y abriendo conciertos ante decenas de miles de personas. Su crecimiento no solo se mide en reproducciones, sino en boletos vendidos, playeras agotadas y una marca que cruza fronteras.

Pero no están solas. Decenas de bandas nacionales entendieron que el concierto es el verdadero centro de la industria: ahí se genera el ingreso real. La venta de mercancía oficial playeras, vinilos, pósters se convirtió en una línea de subsistencia tan importante como el show mismo. En algunos casos, representa hasta la mitad del ingreso neto de una gira. El romanticismo del rock sigue vivo, sí, pero ahora camina acompañado de estrategias comerciales.

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El 2025 dejó una lección clara: la música mueve masas, pero también mueve economías. México se consolidó como uno de los mercados más importantes para el espectáculo en vivo en el mundo hispanohablante, y las bandas nacionales que entendieron el juego lograron crecer. El ruido ya no solo sacude bocinas; hoy sacude cifras, contratos y ciudades completas. Y en esa distorsión millonaria, el rock mexicano pelea amplificador en mano por su lugar en la industria.

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