Sandy Franco

Desde hace mucho tiempo, Marvel ha abierto un debate en lo que concierne a sus películas, sea porque dejaron de ser épicas al nivel de Avengers: Endgame, o porque el material y los personajes ya estaban desgastados, o porque hubo más películas conectoras que producciones que aglutinaran historias en una sola con la etiqueta de “legendaria”.

Pero aun así, el estudio no tenía intenciones de parar y sí de continuar con sus fases del ya llamado multiverso cinematográfico; no es que supieran aguantar, que lo hicieron, sino que en el dosier de Kevin Feige ya estaban los proyectos a cocinarse: otras dos fases que tenían como producto central no una, sino dos películas de los Vengadores, con llamarada de petate en forma de Robert Downey Jr. en su regreso ahora como Victor Von Doom. Marvel preparó el escenario para su regreso “épico” (entre comillas porque todavía hay que ver) en este 2025.

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Tras la infortunada Capitán América: Brave New World, que ahora sabemos que nomás era un conector, venía algo llamado Thunderbolts, cinta que desde antes de la pandemia se sabía que iba a saltar a la pantalla grande, pero que dadas las condiciones del mundo, tuvo que esperar hasta este año para ver la luz y de entrada, lo que siempre tuvo cara de ser una versión alternativa de Suicide Squad de DC, fue una propuesta en la que Marvel utilizó un recurso que todavía no sé si le jugó a favor o en contra.

Thunderbolts reúne a personajes rezagados de Marvel, los marginados antihéroes que en su momento fueron considerados como villanos en sus propias producciones o que su relevancia fue de un nivel secundario, todos reclutados por Valentina Allegra De Fontaine, directora de la CIA que como ya es bien sabido y predeciblemente, quiere el poder de superhéroes o cosas extrañas no para un bien común, sino para un poder personal. Todo se le sale de las manos cuando los congresistas la quieren destituir por algunos manejos ilegales con sus investigaciones. Ahí es cuando quiere borrar toda evidencia de ello y eso incluye a estos antihéroes, no contaba que entre ellos hay una fuerza desconocida y quizá más poderosa de lo que cree.

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Bueno, hay que decirlo, no se parece propiamente a una película de Marvel con la etiqueta de “conectora”. Recordemos que Thunderbolts es ese puente hacia Los Cuatro Fantásticos y, de no ser por el humor involuntario, recurso gastado del estudio, diría que podría funcionar como un antes y después del MCU, pero que cae en el sentimentalismo, en donde sus personajes poderosos son gente con problemas y trastornos mentales. No es juicio, pero la cinta se centra precisamente en eso, cómo todos luchan contra sus propios demonios que no han logrado vencer en todo este tiempo y que los ha hecho ser despreciados por el mundo.

Puedo entender la naturaleza de la película, una vez que supe que gran parte del equipo ha trabajado en las películas más profundas y retorcidas de A24. Su director es el mismo detrás de la multipremiada serie de Netflix Beef, Jake Schreier como director y Lee Sung Jin como guionista; su editor fue Harri Yon, que estuvo detrás de la edición de Minari; el director de fotografía fue Andrew Droz Palermo, de The Green Knight, y el soundtrack es de Son Lux, los que hicieron la banda sonora de Everything Everywhere All at Once. Incluso Marvel hizo un tráiler con las vibras de A24.

Aunque la cinta es un buen momento de entretenimiento y en cierto punto es una reflexión sobre la estabilidad emocional y el cuidado de la salud mental, Thunderbolts no es la típica película del MCU llena de acción y explosiones con harto CGI y exceso de slow motion; hay algunas escenas justificadas, pero eso no es lo más importante.

Hay que decir que Thunderbolts es más humana; incluso se atreve a dejar de lado la narrativa tradicional de un grupo de personas con talentos extraordinarios que enfrentan a una fuerza poderosa y que en algún punto encuentran el equilibrio para vencer, aunque el antagonista sea demasiado poderoso y volátil.

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Eso es quizá lo que marca la diferencia; ese es el punto medular de una película que incluso empatiza con aquellos que pasan por un vacío o problema existencial, y eso también es algo que antes Marvel no se había atrevido a hacer.

Thunderbolts es una manera decente de darle RCP a un universo que se mantiene apenas a flote, donde se construye una narrativa que vuelva a hacer sus producciones dignas de taquilla y merecedoras de un reconocimiento por sus fans; todavía falta un largo camino a Avengers Doomsday. Nos falta saber si Los Cuatro Fantásticos siguen con el hype que su antecesora les dejó, si un Pedrito Pascal puede sostener, junto a una Florence Pugh y un Lewis Pullman, un MCU hambriento de éxitos y dinero.

La recomendación: En Netflix llegó esta semana la serie El Eternauta, producción argentina basada en la historieta homónima publicada por primera vez en 1957 y creada por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López. Pura ciencia ficción y drama protagonizado por Ricardo Darín, actor que ya deslumbró al mundo con El secreto de sus ojos. Véanla, por favor, y hasta aquí. ¡Corte y queda!

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