Carlos Sevilla

Se llega a decir que mucho de lo que teníamos, no lo valorábamos hasta pasado el tiempo, que ahora nos falta. Un ejemplo es el agua.

Años atrás, el preciado líquido era oro molido en tareas domésticas y en la muy personal como reconfortante y prolongada ducha. Pero el escenario fue cambiando, hasta llegar a estos días, y no pocas veces, en que abrir una llave es lamentarnos, porque después de un sensible y grave sonido en la tubería, se enmarcan unas valiosas gotas, y después nada surge del preciadísimo líquido.

Y si hay, consecuencias de añejas inversiones del patrimonio familiar, una cisterna y un tinaco en solitaria azotea, al presuroso verificar, no se encuentra nada. Desde luego, se afecta más en razón de familias de cuatro, cinco o más personas.

Para tratar de entender la causa, nos prestaron una copia de sesudo y profundo estudio en que se explica, con argumentos precisos, las causas de escasez.

Hay excepciones en algunas entidades en el sureste del país, en donde las lluvias son más frecuentes: Chiapas, Oaxaca, Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Veracruz y Tabasco. En Pachuca, hace una semana, más o menos, hubo cuatro o cinco vespertinas y nocturnas precipitaciones. Renovaron mi optimismo. Sólo eso.

Y leemos que México dispone aproximadamente del 0.1% del total de agua dulce a nivel mundial, por eso, porcentaje de nuestro país está catalogado como zona desértica. En antecedente, en 2012, con una población de 117 millones de habitantes, la disponibilidad natural por cada uno se calculaba en 4,028 metros cúbicos por año. Ahora se estima que para 2030, con aumento de población y el deterioro de los cuerpos de agua, descenderá hasta 3,430 metros cúbicos por habitante al año.

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Otro punto significativo es aumento del consumo per cápita. En 1955, cada mexicano utilizaba alrededor de 40 litros al día, para 2012 aumentó a 280 litros. La observación se entiende: será imprescindible disminuir el gasto.

En detalles, se informa que el uso agrícola ocupa primer sitio con 68.23%, y después el industrial 7.41%, el múltiple 6.50%; los restantes no alcanzan el 2%. En particular, en el país se desperdicia más en la Ciudad de México y su área metropolitana, sobre todo por fugas en la red hidráulica, que suele llegar hasta un 38%.

En cuanto a contaminación por descargas de agua residuales sin tratamiento más del 70% de los de líquido presentaba algún indicio de contaminación.

Lo anterior, particularmente explica la sed en nuestro estado. Continuamente, sobre todo en el campo, surgen protestas que se han incrementado. No es debido a una falta de atención oficial. La respuesta estaría, en parte, en retomar por parte de los usuarios el uso razonado.

Se han anunciado obras al respecto, pero si del cielo no surgen los aguaceros, será una empresa de sentidos uniformados, abatir poquito más el empleo del eterno vital líquido, y unidos secundar lo que el gobierno emprenda.

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