Nuevas propuestas de sedes y la misión de reducir las emisiones contaminantes, la Fórmula 1 se enfrenta a desafíos.
La Fórmula 1 atraviesa un momento decisivo en su historia: con 28 ciudades compitiendo por un espacio en el calendario, que actualmente está limitado a un máximo de 24 carreras anuales, la categoría reina del automovilismo enfrenta presiones logísticas, económicas y ambientales.
Este panorama plantea una difícil disyuntiva: expandirse a nuevos mercados o preservar los circuitos históricos que han sido el corazón de la F1 desde sus inicios.
Expansión global y nuevas sedes
El creciente interés por albergar grandes premios ha llevado a ciudades de todo el mundo a ofrecer incentivos económicos sustanciales.
Desde Ruanda y Tailandia hasta Argentina y Turquía, estas sedes emergentes buscan posicionarse en el calendario de la F1, prometiendo infraestructura moderna y audiencias inéditas.
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En Arabia Saudita, el Qiddiya Speed Park se perfila como una de las pistas más avanzadas del mundo, diseñado por Alex Wurz y respaldado por una inversión multimillonaria.
Este nuevo circuito se sumará al ya existente en Yeda, consolidando al país como un jugador clave en el automovilismo global.
En Asia, Tailandia avanza en la construcción de un circuito urbano en Bangkok, mientras que en África, Ruanda está en conversaciones avanzadas con la FIA para convertirse en la segunda sede africana de la categoría.
Por otro lado, Argentina, con su rica tradición en la F1, busca regresar al calendario con una actualización del emblemático Autódromo Oscar y Juan Gálvez, impulsado por el auge del piloto Franco Colapinto.
El riesgo para los circuitos históricos
Mientras nuevos destinos prometen modernidad y audiencias frescas, los circuitos europeos, pilares históricos de la Fórmula 1, enfrentan un futuro incierto.
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Spa-Francorchamps, conocido por su desafiante trazado, depende en gran medida de financiamiento estatal, lo que lo coloca en una posición vulnerable frente a la presión económica de las nuevas sedes.
Barcelona, que ha sido un referente en el calendario, ahora lucha por mantenerse relevante tras el anuncio de que Madrid se incorporará en 2026.
Imola, otro circuito histórico, podría convertirse en una sede rotativa, mientras que Paul Ricard en Francia ya fracasó en su intento de consolidarse como un destino permanente.
Incluso el Gran Premio de Mónaco, considerado durante décadas la “joya de la corona” de la F1, ha tenido que ceder ante las nuevas exigencias del deporte.
Desde ajustes en su horario hasta la pérdida de control sobre la dirección televisiva, el Principado ha hecho concesiones significativas para extender su contrato hasta 2031.
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Sin embargo, su exclusividad se ha visto erosionada por la aparición de destinos modernos como Singapur y Miami.
Compromiso con la sostenibilidad
Además de las presiones económicas, la Fórmula 1 se enfrenta al desafío de cumplir con su compromiso de alcanzar emisiones netas cero para 2030.
Stefano Domenicali, director ejecutivo de la F1, ha reiterado que 24 carreras anuales es el límite máximo manejable para los equipos, pero con más de 35 sedes expresando interés en entrar al calendario, la organización busca soluciones creativas.
Una de las estrategias clave es la agrupación de carreras por regiones geográficas, lo que ya comenzó a implementarse en la temporada reciente.
Este enfoque reduce costos de transporte y la huella de carbono, alineándose con los objetivos de sostenibilidad de la F1.
Otra propuesta en discusión es el sistema de rotación bienal para ciertos circuitos, lo que permitiría a la Fórmula 1 mantener su atractivo global sin comprometer su operación sostenible.
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Bajo este esquema, sedes históricas como Imola o Spa podrían alternarse en el calendario, preservando su presencia mientras se abre espacio para nuevas locaciones.
Un futuro en evolución
La Fórmula 1 se encuentra en una encrucijada; por un lado, la expansión a nuevas sedes es esencial para mantener su relevancia global y atraer a nuevas audiencias.
Por otro, la historia y la tradición de los circuitos clásicos son parte fundamental de la identidad del deporte.
El equilibrio entre innovación y legado será crucial en los próximos años: la reorganización geográfica, la incorporación de sedes rotativas y las inversiones en sostenibilidad son pasos necesarios para adaptarse a las demandas del siglo XXI.
A medida que la F1 avanza hacia un calendario más diverso y eficiente, el reto será mantener la esencia que la ha convertido en un fenómeno mundial, mientras se asegura de que el espectáculo, la competencia y el legado histórico sigan cautivando a millones de fanáticos en todo el mundo.
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