Antes de que terminara junio, Apple TV+ y Warner Bros. Pictures estrenaron una de las cartas fuertes de la temporada de blockbusters, una de las películas más esperadas del 2025; estoy hablando de F1 o Fórmula 1. Dirigida por Joseph Kosinski, el mismo que estuvo en la silla de director en Top Gun: Maverick, solo que esta vez el protagonista es nada más y nada menos que la leyenda Brad Pitt.
F1 narra la historia del piloto retirado Sonny Hayes, que después de un accidente en uno de los circuitos, nada vuelve a ser lo mismo; su carrera termina estrepitosamente. Ahora su vida se resume en competir en lo que sea, siempre y cuando esté detrás de un volante y pueda conseguir dinero; viene además de una crisis, en la que apostaba y en la que se divorció tres veces.
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Un día, su antiguo compañero, Rubén Cervantes, lo busca para traerlo de vuelta a las carreras de la Fórmula 1, ya que su equipo APXGP no ha ganado ninguna en lo que va de la temporada. Su piloto novato está batallando con su auto y, si no ganan, desbaratarán toda la escudería. Sonny es su última esperanza, aunque el carácter rebelde del veterano puede complicarlo todo.
A grandes rasgos, esa es la sinopsis de una cinta que, desde un punto de vista de alguien que sabe poco de la Fórmula 1, nos adentra de manera adecuada y explicativa en este deporte que ha cobrado popularidad en los últimos años, creo que especialmente desde la aparición de Sergio “Checo” Pérez y Red Bull, además de la realización del Gran Premio de la Ciudad de México.
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Es cierto que hay muchos fans de la Fórmula 1, aquellos que entienden perfectamente el concepto de la carrera, los circuitos, los equipos, la terminología del deporte y los nombres de los pilotos, que viven por y para la adrenalina; una película que muestra cómo se vive en las pistas y con una interesante producción, pone indiscutiblemente bajo la lupa a este mundo.
Pero seamos honestos, pocos saben de qué hablamos cuando vemos escrito “F1”, muchos a medias, de oídos o por encima; por eso es un gran acierto que la película no solo esté enfocada a un público meta, aquellos fans de las pistas, sino que permita conectar con el otro lado del público, los que no entendemos nada. Es tan didáctico ver cada movimiento, cada competencia, cada paso y estrategia, que te pone en el núcleo de todo este asunto y sí, dan ganas de ver más carreras y sobre todo de saber más del tema.
Tal y como pasara con Top Gun: Maverick, Joseph Kosinski nos lleva a los extremos de la adrenalina y las maniobras en un vehículo; si Tom Cruise lo hizo en un avión de la fuerza aérea, Brad Pitt lo hace desde un monoplaza, y es como si estuvieras al volante en ambos casos, lo que para mí define precisamente una buena película de acción, la cual te provoca una serie de emociones dignas de mantenerte al filo del asiento.
F1 podría ser el perfecto manual para principiantes de la Fórmula 1, pero además de explicar de manera clara de qué se trata el mundo del automovilismo, tiene una historia sencilla de redención y de renacer de las cenizas que no decepciona. No es el drama profundo, ni intenta llevar a los límites a Brad Pitt poniéndolo vulnerable y a plena lágrima; es más una narrativa que tiene que ver con volver al lugar donde fue feliz y creer que todo puede salir mejor que la última vez.
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La experiencia inmersiva, donde no solo estás viendo una carrera con todo y narración de un canal de deportes, sino que te subes en el monoplaza, estás dentro del equipo estratega, eres parte de los pits y te preocupas como Rubén Cervantes, a eso le llamo experiencia completa que se agradece y que desarrolló de una manera impecable Kosinski.
Algo que también se destaca del trabajo de Kosinski y de los guionistas (en este caso Ehren Kruger) es que no tenemos tanto relleno, ni siquiera en los personajes secundarios; todos tienen un porqué en pantalla, aportan a la historia y son parte fundamental de quienes están en los primeros lugares del cast.
Puede parecer que la narrativa de F1 se parezca mucho a Maverick, pues tenemos dos veteranos con experiencia, pero con un dolor y amargura pronunciados, que deben enseñar a las futuras generaciones que los consideran caducos, todo lo que saben para triunfar en ciertos campos, llámese la fuerza aérea o piloto de carreras.
Quizá el final sea el único punto que le voy a debatir: la conclusión es en un momento predecible, nada contundente, pero muy Hollywood, un final feliz o de redención que se sintió flojo después de la adrenalina que hubo en más de dos horas de película. ¿Qué esperaba? Quizá algo más para Joshua Pearce (Damson Idris), pero también es cierto que nunca se puede hacer sombra a alguien como Brad.
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F1 es de lo mejor que hemos visto en esta primera mitad del año; junto con Sinners de Ryan Coogler, es ese cine que hace cada vez más falta en las salas: propuestas frescas, fuera de remakes y segundas partes, cine de calidad.
La recomendación: Ya que estamos en pleno auge del automovilismo y a propósito de que ambas películas las produjo Jerry Bruckheimer, vean Días de trueno con Tom Cruise, ambientado en el mundo NASCAR; está en Mercado Play. Y hasta aquí. ¡Corte y queda!
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