jacqueline servínFoto: Carlos Sevilla Suárez

Lo que tienes que saber

  • Jacqueline Servín —locutora, reportera y, sobre todo, mamá— ha recorrido un camino marcado por la intuición, los golpes de suerte y la tenacidad de una mujer que no se detuvo ni cuando todo parecía en contra.
  • A los 19 años, con un bebé en brazos y su carrera de Comunicación y Periodismo aún a la mitad, Jackie alternaba entre mochilas, pañaleras y noches sin dormir para no abandonar la escuela.
  • es una grieta abierta en el techo, una invitación para que niñas, adolescentes y madres sueñen con ocupar cualquier espacio, de una cabina de radio a la agenda pública.

La voz que cada mañana informa desde Grupo Acir Pachuca tiene detrás una historia de resistencia, de maternidad temprana y de una carrera construida a contracorriente; Jacqueline Servín —locutora, reportera y, sobre todo, mamá— ha recorrido un camino marcado por la intuición, los golpes de suerte y la tenacidad de una mujer que no se detuvo ni cuando todo parecía en contra.

Un inicio entre pañales, aulas y urgencias

A los 19 años, con un bebé en brazos y su carrera de Comunicación y Periodismo aún a la mitad, Jackie alternaba entre mochilas, pañaleras y noches sin dormir para no abandonar la escuela.

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Años después, un tuit cambiaría su destino. Tras una inundación en su fraccionamiento, escribió lo ocurrido, y ese mensaje llegó a los ojos de Manolo Larrieta, quien fuera director de Grupo Acir. El contacto derivó en audiciones, puertas entreabiertas y un año entero de espera. Luego llegó la oportunidad: un micrófono al aire en la estación donde hoy suma nueve años de trabajo.

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Su vida ha sido un constante “ir y venir”: primero, el traslado de una Ciudad de México violenta hacia Hidalgo para darles un entorno seguro a sus hijos; después, la vida como madre soltera ajustando traslados, madrugadas y jornadas que empiezan antes del amanecer con la corresponsalía de Panorama Informativo.

Foto: Carlos Sevilla Suárez.

Una periodista que camina la calle

En casi dos décadas de oficio, Jackie ha cubierto algunos de los momentos más devastadores en Hidalgo. La explosión de Tlahuelilpan, donde avanzó entre lodo, fuego y un silencio estremecedor. La inundación de Tula, donde vio a familias perderlo todo en cuestión de horas.

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También conoció la vieja escuela del periodismo urbano: frecuencias policiales, códigos, noches peligrosas, persecuciones, y ese tránsito inevitable hacia la digitalización del oficio.

Las batallas fuera de cámara

Pero no todo han sido tragedias. También ha enfrentado discriminación. Alguna vez, al entregar su currículum en un medio local, le dijeron sin rodeos: “Aquí no contratamos mamás, faltan mucho.”
Esa frase —injusta, torpe, dolorosa— marcó un antes y un después.

Hoy, desde otra cabina, su trabajo demuestra lo contrario: que las madres no faltan, sostienen; que las mujeres no estorban, lideran; que la maternidad no limita, impulsa.

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Para ella, la llegada de una mujer a la presidencia es mucho más que un hecho histórico: es una grieta abierta en el techo, una invitación para que niñas, adolescentes y madres sueñen con ocupar cualquier espacio, de una cabina de radio a la agenda pública.

“Las mujeres podemos hacerlo todo, aunque no sea fácil”, resume.

Foto: Carlos Sevilla Suárez.

La mujer detrás del micrófono

Fuera del aire, Jackie es sensible, tímida y profundamente musical. Ama a Luis Miguel, a Joaquín Sabina y al rock que suena a carretera larga. Adora el pozole, detesta manejar y le huye a la cocina. Sus hijos, ya adolescentes, crecen al ver a una madre que madruga, corre, reportea, vuelve a correr y aún así conserva una suavidad que desarma.

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Lo que viene

De cara al 2026, Jackie sueña con viajar y seguir estudiando. Confiesa que la radio todavía le provoca nervios, pero ese nervio —dice— es respeto, es magia. Quizá la misma energía que ha guiado toda su vida: una mezcla de vocación, intuición y la certeza de que incluso en los días más difíciles, siempre se puede contar una historia nueva.

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