Me llené de poblanidad con una cemita de pata con aguacate, cebolla, queso fresco, chipotles en escabeche, y muy importante, el pápalo. Y había rellena de todo: milanesa, jamón, quesillo, queso de puerco, carne enchilada y otras tantas sabrosuras.
Fue la Feria de la Cemita que se realiza en cada mes de abril en el Jardín del Carmen, ubicado en el centro de la ciudad de Puebla, Puebla. Y, por cierto, Puebla está cumpliendo 493 años.
Si no sabes qué es una cemita aquí te lo cuento. Es un pan salado que tiene la corteza crocante y unas semillas de ajonjolí encima de ella. Es de tono dorado y se come como una especie de torta. La rellenas con ingredientes principales: queso fresco, cebolla, chipotes en escabeche dulces y poco picosos, pápalo, una ramita como cilantro pero con una hoja más redonda con un sabor fuerte, aunque a muchos no les gusta. El quesillo o queso Oaxaca ya lo introdujeron después, pero es al gusto también, se lo agregas o no.
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La cemita la encuentras a toda hora del día en tendajones, mercados y restaurantes, ya preparadas. También la puedes conseguir sola en ciertas panaderías y en puestos para que las prepares en casa o la mantengas a la venta.
Es un pan salado de los muchos tradicionales que se pueden encontrar y degustar en Puebla. Otros son: chancla, pelona, pambazo, torta de agua (es una especie de telera, pero partida sólo en dos no en tres), pan de manteca, colorado y cocol. Todos, excepto los tres últimos que son dulces, se rellenan regularmente con guisos salados, ya sea aguacate, carne de res, adobo y lo que se quiera.
Pues bien, esta cemita tiene un origen muy antiguo, se dice que este pan salado, en su versión original fue introducido por los franceses durante el período de la intervención francesa en México (1863-1867). Desde entonces ha evolucionado para adaptarse a los gustos mexicanos, especialmente en el estado de Puebla, ya no que no sólo se preparan en la capital sino en otros municipios de Chignahuapan, Cholula, Tehuacán, por decir algunos.
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Tiene su propia Feria, como le decía en cada abril en el Jardín del Carmen, ubicado en la 16 de septiembre, entre 15 y 17 oriente, a unas calles del zócalo de la ciudad de Puebla.
Así que el fin de semana pasado cientos de personas acudieron al jardín para degustar la cemita. Por lo menos cien vendedores se apostaron con sus mejores panes, los rellenaron en el momento y de una cada quien. Aunque debo decir que también hay quienes se comen dos.
Su precio oscila entre 50 y 70 pesos, en un tamaño poco más grande que la telera. Y queda satisfecho a la hora de la comida.
En la Feria de la Cemita se encontraron como exhibición unos panes gigantes o familiares que se podían rebanar para comerlos varias personas. También hubo aguas frescas, mezcal poblano, y postres, pero de eso hablaré en otra ocasión.
Y para nada está en peligro de extinción, pues se consume diariamente con gusto y dedicación, con hambre y con pápalo.
La ciudad de Puebla y su cemita, un buen destino para cualquier momento.
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