Guillermo Almada, técnico de los Tuzos del Pachuca, tuvo una gestión brillante. Marcó una época en consecución de logros dentro y fuera del país. Con una aguda visión estratégica y su capacidad para visorear talentos en los campos amateurs, convirtió al Pachuca en una verdadera potencia, dejando un legado que consolida la identidad del equipo hidalguense.

Cuando Enrique Meza dejó a los Tuzos, parecía la mejor época en la historia, pero Almada llegó al mismo nivel, y para algunos, lo superó.

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Desde el primer día, el “Profe” demostró ser un maestro en el arte de conformar un equipo, y aún más, una familia. Con una mezcla de intensidad táctica y confianza en sus fuerzas básicas, llevó a los Tuzos a ganar contundentemente la Liga MX en el Apertura 2022, triturando en la final al ahora campeón Toluca con un global de 8-2, la máxima diferencia en una final del balompié nacional.

La cima confederativa llegó el año pasado, cuando los Tuzos golearon 3-0 al Columbus Crew en la final de la Concacaf Champions Cup, asegurando de paso un boleto al Mundial de Clubes 2025, un logro deportivo muy cotizado en los últimos días y que no cualquiera presume.

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Además, y contra todos los pronósticos, el equipo obtuvo la Copa Derbi de las Américas, apabullando al Botafogo (campeón de la Libertadores) 3 a 0, y la Copa Challenger derrotando al Al Ahly (mejor equipo de Asia) en una difícil tanda de penales, lo que le dio derecho a jugar la final de la Copa Intercontinental contra el poderoso Real Madrid, logros que consolidaron su estatus como el técnico más exitoso en la historia del club.

Almada consiguió títulos que nadie en México tiene, y revitalizó la mística del Pachuca. Potencializó a jugadores como Kevin Álvarez, Luis Chávez y Erick Sánchez, que debieron irse a Europa y no permanecer en el torneo casero, como sucedió.

Su apuesta por los jóvenes, coincidía con los objetivos de la directiva, generar elementos que a la postre fortaleciera lo deportivo y económico por igual, lo que permitió al equipo mantener una identidad clara: jugar sin complejos, a la ofensiva, jugándole al tú por tú, ni más ni menos que al Real Madrid y al Botafogo.

Tras la salida de Almada, la directiva de Pachuca buscó un reemplazo de peso, y aunque la misión parecía imposible, había alternativas, entre ellas, su casi tocayo Matías Almeyda, ex Chivas y con experiencia en Europa, y un par de nombres más.

Lo anterior lo confirmó el prestigiado periodista César Luis Merlo, quien informó que los Tuzos ofrecieron un contrato multianual con un salario que lo colocaría entre los mejores pagados de la Liga MX, además de la posibilidad de dirigir al Real Oviedo, de España.

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Sin embargo, las negociaciones se cayeron porque Almeyda pidió más tiempo para evaluar su futuro, una solicitud que no empataba con la urgencia de los Tuzos por definir un técnico antes del Mundial de Clubes. La directiva, consciente de la presión del calendario, optó por no esperar.

Lo anterior detonó el “plan B”, la elección de Jaime Lozano, que traía consigo un historial de éxitos con selecciones mexicanas: medalla de bronce en Juegos Olímpicos, título en Preolímpico de Concacaf y la obtención de la anhelada Copa Oro 2023, todos vía el socorrido pero poco reconocido “bomberazo”.

A pesar de un paso irregular por la Selección Mexicana mayor, donde no logró superar la fase de grupos en la Copa América 2024, su capacidad para conectar con jugadores jóvenes y fomentar ambientes de confianza lo hizo un perfil idóneo. Su llegada responde a la necesidad de un líder que mantenga la esencia formativa del club, mientras enfrenta el reto inmediato del Mundial de Clubes, nada fácil.

Lozano tendrá un debut como pocos, en pleno Mundial de Clubes ante Red Bull Salzburg, seguido de duelos contra Real Madrid y Al Hilal, nada más.

La salida de Almada, aunque dolorosa, no debe eclipsar la llegada de un técnico joven, mexicano, así como la filosofía del Pachuca. Deberá trabajar en consolidar al equipo, con una base joven y un estilo de juego ya definido. Lozano merece un voto de confianza.

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Su reto será mantener la competitividad de un equipo que, con Almada, demostró que puede mirar de frente a cualquier rival.

Pachuca no solo jugará el Mundial, sino deberá reafirmar su lugar en el escenario futbolístico internacional, como hizo en la Copa Intercontinental, convirtiéndose en el subcampeón del mundo.

Con Lozano, los Tuzos tendrán la oportunidad de escribir un nuevo capítulo, uno que honre la herencia de Almada y demuestre que la Cuna del Futbol Mexicano sigue siendo también cuna de grandes sueños.

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