Texas, Estados Unidos, vive su peor inundación en casi 50 años, con más de 100 muertos y severas críticas a la gestión de las autoridades, mientras crecen los reclamos por la falta de alertas oportunas y se despliegan operaciones internacionales de rescate.
Este 8 de julio, se cumplen cinco días desde el inicio de las operaciones de búsqueda tras la inundación repentina más mortífera en Estados Unidos desde 1976, con un saldo de al menos 104 personas fallecidas, la mayoría en el condado Kerr, donde se ubica el campamento cristiano Camp Mystic, escenario de una de las mayores tragedias: al menos 27 niñas y consejeras murieron o están desaparecidas tras ser arrastradas por la crecida del río Guadalupe.
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Las autoridades han sido duramente cuestionadas por no activar evacuaciones ni sistemas de alarma, pese a las alertas emitidas por el Servicio Meteorológico Nacional con más de tres horas de anticipación. Un plan de alerta por inundaciones aprobado desde 2017 nunca se implementó, y hasta ahora, ningún funcionario ha explicado los retrasos en las acciones preventivas.

Rescatistas testigos de la tragedia
En medio de la devastación, voluntarios mexicanos han reforzado las labores de rescate. Un equipo proveniente de Acuña, Coahuila, integrado por 13 personas, incluidos rescatistas acuáticos y bomberos, trabaja en el condado Kerr guiándose incluso por el olor en el lodo para ubicar cuerpos. Hasta ahora han recuperado al menos tres víctimas.
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La tragedia también se ha cobrado la vida de al menos 28 niños, entre ellos gemelas de 8 años de Dallas, hermanas, consejeras adolescentes y familias completas sorprendidas en sus cabañas. Las historias de sobrevivientes, como la de un niño que logró escapar nadando por la ventana mientras su hermana subía una colina con el agua golpeando sus piernas, revelan la magnitud del desastre.


El presidente Donald Trump firmó el domingo una declaración de desastre para el condado Kerr y anunció una visita el próximo viernes. Por su parte, el gobernador Greg Abbott planea regresar a la zona este mismo martes, en medio del creciente reclamo social por respuestas claras y medidas efectivas.
Mientras tanto, 11 personas siguen desaparecidas, incluyendo a Michael Phillips, jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Marble Falls, quien fue arrastrado por las aguas durante una operación de rescate. Su búsqueda se ha intensificado con el apoyo de perros rastreadores, embarcaciones y helicópteros.
Aunque las lluvias han disminuido, la esperanza de encontrar sobrevivientes se desvanece, mientras el callejón de inundaciones repentinas de Texas vuelve a demostrar por qué es considerado uno de los más peligrosos del país. La población exige no solo justicia para las víctimas, sino también acciones concretas para evitar que tragedias como esta se repitan.
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