Siempre he creído que hay dos tipos de teatro en México: el que lucha por darse a conocer, de fácil acceso porque generalmente es gratuito, mal pagado para sus productores y actores, el que busca apoyos gubernamentales y becas que puedan mantenerlo a flote, el que propone obras con propuestas frescas, innovadoras y hasta experimentales.
Luego está el teatro popular, el que generalmente pone comedias en sus marquesinas, de acceso un poco más complejo porque dentro de su cartel incluye actores que hemos visto en televisión y, de vez en cuando, las producciones son tan grandes que, si tenemos suerte en provincia, podemos esperar que vengan y den una función; ahí entra Mentiras, el musical, legendaria producción de 2009 con una propuesta que hacía homenaje a la cultura pop de los años ochenta en México.
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Vanguardista, entretenida, con música de grandes estrellas de la década de 1980 como Daniela Romo, Lupita D’Alessio, Manuel Mijares, Dulce, María Conchita Alonso, Emmanuel, entre otros; gran acierto el ocupar lo que se tiene en México para retomarlo y darle un impulso en forma de un musical que cuenta una historia que fácilmente pudo pasar en alguno de los años de esa época.
Mentiras, el musical, nos presenta a cuatro mujeres: Daniela, Lupita, Yuri y Dulce, todas unidas sin querer por un mismo hombre, Emmanuel Mijares; todas engañadas por él y todas extrañamente enamoradas de él. En su momento, esta producción fue todo un éxito; es una de esas historias originales que tarde o temprano tenía que dar el salto del escenario a la pantalla, fuera como una película o como lo hicieron Gabriel Ripstein, Ilse Apellaniz y Natalia García Agraz, quienes escribieron el guión para una serie.
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Ripstein fue el encargado de dirigir a Luis Gerardo Méndez, Belinda, Mariana Treviño, Regina Blandón y Diana Bovio en esta nueva versión que no sé si se convierte en la primera serie musical mexicana, pero que cumplió con los fans del musical y recuerda por qué las baladas pop de los ochenta son una de las bases de la música de nuestro país.
¿Qué rescatamos de Mentiras, la serie? El buen trabajo que los escritores hicieron para hacer esta transición del teatro al streaming, con capítulos cortos, dinámicos y cuyos números musicales entran exactamente en el momento justo, cada vez que uno o más de los personajes va a cantar un tema legendario de los 80; el manejo de la escenografía, las luces y hasta el vestuario son una delicia para quienes se sentaron en una butaca del teatro y vieron la obra.
Traer a la memoria del espectador (sobre todo a los que vivieron en esa época o crecieron con su música) cameos de gente tan emblemática para esos ayeres es algo que se agradece. Mentiras, la serie, no es un churro más de la televisión mexicana y eso es en parte al cuidado que Amazon le puso a la hora de realizarla y creo que con esta serie, la plataforma ya se puede consolidar como un estudio donde se hacen buenos productos mexicanos.
Y aunque la producción logró mantenerme enganchada los ocho capítulos que dura, hay que decir que hay cosas que se pudieron mejorar, como las opciones del elenco, porque si vas a poner vocerrones como el de Belinda y Mariana Treviño, además de la sorpresa de Diana Bovio, debiste buscar otra actriz que no se quedara atrás y sí, Regina Blandón queda a deber y mucho, al igual que el propio Luis Gerardo Méndez, que aunque fuera el productor, podría haber puesto a alguien con más carisma y con mejor voz.
Otra cosa que puede quitarle puntos a la serie es el final; la manera de resolver el conflicto principal no termina de convencer del todo a quienes vieron el musical y con justa razón, se siente forzado y los 10 minutos finales del primer capítulo le sobran por completo, sin que ya tengan sentido con todo lo que me contaron al principio; es como si les urgía terminar el guion y no pudieron concentrar todo lo de los 6 capítulos anteriores en un buen cierre.
Fuera de esos detalles, Mentiras, la serie, es una propuesta que sale de un entorno de productos mexicanos que son descritos como “más de lo mismo”, se arriesga a dar un salto en una adaptación que pudo ser un desastre, pero que salió bien librada y es un aire fresco en tiempos donde México debe explotar lo suyo, sin recurrir a remakes traídos de Turquía o de otros lugares; apuestas como esta dan mucho gusto ver.
La recomendación: Dos series que afirman que Prime está haciendo buenos productos mexicanos son Nadie nos va a extrañar, serie desgarradora situada en los 90, y Tengo que morir todas las noches, la escena LGBT+ de los años 70 y 80 en plena Zona Rosa de la Ciudad de México, en medio de una sociedad super conservadora y en los inicios del VIH en el país.
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- Mentiras, series y musicales
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