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En la historia de nuestro país hemos visto como gobiernos van y vienen, proyectos se echan a andar, se truncan, pero luego reviven, dependiendo la dirección en que soplen los vientos de los grupos políticos en turno.

En Hidalgo podría afirmarse que con la coyuntura actual los vientos soplan a favor y con ello la posibilidad de revivir proyectos que por muchos años se fueron al cuarto de los trebejos.

La más reciente visita a Tula del presidente Andrés Manuel López Obrador y de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, puso otra vez en el foco un proyecto que durante años atrajo los reflectores y que fue olvidado por las erráticas decisiones de los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Se trata de la fallida refinería Bicentenario, un proyecto impulsado por el panista Felipe Calderón, quien pretendió levantar una nueva planta en Atitalaquia y que al final dio como resultado un terreno ocioso delimitado por una barda perimetral que costó mil 500 millones de pesos.

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La razón de la cancelación del proyecto nunca se dijo de manera oficial, pero especialistas han dado sus argumentos, que coinciden en un concepto, la rentabilidad. Los argumentos se resumen en que salía más barato reconfigurar las plantas que ya existían en ese momento, incluida la de Tula, que construir una nueva.

Pero el daño de la malograda decisión del gobierno calderonista salió caro, no solo porque se sigue pagando la deuda del proyecto fallido con dinero público (al 31 de diciembre de 2022 ascendía a 662 millones 180 mil 915 pesos), sino porque ejidatarios de la región vendieron sus tierras pensando que las inversiones y el trabajo de la mano de Pemex llegarían.

Hoy en julio de 2024, en la recta final del actual sexenio, el presidente Andrés Manuel López declaró en su reciente visita a Tula que esos terrenos se van a utilizar para un nuevo polo de desarrollo para el centro del país, en una zona altamente industrializada y que se encuentra cerca de la Ciudad de México, además de su conexión con el corredor industrial de Querétaro.

De ser así, los terrenos de la fallida refinería Bicentenario no sólo se utilizarán para la construcción del nuevo hospital de Medicina General de Zona número 37 que sustituirá al hospital 05 que estaba en el centro de la ciudad de Tula, sino que servirán para impulsar un nuevo centro de desarrollo.

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De concretarse el nuevo proyecto, se compensaría el daño de quienes decidieron invertir en maquinaria o en bienes raíces durante los tiempos de Calderón o de Peña Nieto, quien también engañó a la población al afirmar que retomaría la construcción de la refinería fallida.

Solo falta que el nuevo proyecto no quede en eso: en una idea lanzada para una región que ha dado mucho al país, y que merece convertirse en un polo de desarrollo de alcance regional.

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