What To Know

  • Hay personajes que se repiten con el paso de los años y prueba de ello son el expresidente Carlos Salinas de Gortari y el exgobernador de Hidalgo y exsecretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a quienes el poder cuando lo ostentaron los elevó para después perderlos en el olvido de la política mexicana, desacreditados por sus aspiraciones.
  • Si bien hay que tomar con reservas a la exlideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), quien fue consentida de Osorio Chong y de los demás exgobernadores priistas que ahora se encuentran en la cárcel por corrupción, no deja de llamar la atención sus declaraciones en el declive de este partido político que ostenta haber construido las instituciones del país y que ahora se asemeja a un cascarón vacío.
  • Osorio Chong, conocido como el supersecretario durante la administración de Peña Nieto, si bien resultó ileso ante la protesta social de los normalistas de Ayotzinapa, no así Jesús Murillo Karam y su verdad histórica, las circunstancias le cerraron la puerta de la candidatura presidencial que finalmente recayó en José Antonio Meade Kuribreña y de paso lo convirtieron en un muerto político.

Hay personajes que se repiten con el paso de los años y prueba de ello son el expresidente Carlos Salinas de Gortari y el exgobernador de Hidalgo y exsecretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a quienes el poder cuando lo ostentaron los elevó para después perderlos en el olvido de la política mexicana, desacreditados por sus aspiraciones.

La comparación no es gratuita. El entonces presidente Enrique Peña Nieto no quiso gobernar, por lo que dejó al país en manos de Luis Videgaray Caso y de Osorio Chong, quienes querían ser presidentes, dice Elba Esther Gordillo, durante el documental PRI, crónica del fin difundido por la plataforma Vix y dirigido por Denise Maerker.

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Si bien hay que tomar con reservas a la exlideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), quien fue consentida de Osorio Chong y de los demás exgobernadores priistas que ahora se encuentran en la cárcel por corrupción, no deja de llamar la atención sus declaraciones en el declive de este partido político que ostenta haber construido las instituciones del país y que ahora se asemeja a un cascarón vacío.

Conocido popularmente como el hombre que quiso ser rey, Salinas de Gortari encaminaba al país hacia la modernidad hasta que la crisis económica, el movimiento zapatista y los asesinatos políticos lo trajeron de vuelta a la realidad y lo obligaron a desempeñarse como el villano favorito en el acontecer del país.

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Osorio Chong, conocido como el supersecretario durante la administración de Peña Nieto, si bien resultó ileso ante la protesta social de los normalistas de Ayotzinapa, no así Jesús Murillo Karam y su verdad histórica, las circunstancias le cerraron la puerta de la candidatura presidencial que finalmente recayó en José Antonio Meade Kuribreña y de paso lo convirtieron en un muerto político.

Osorio Chong gozó de protección durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, a tal grado que Santiago Nieto Castillo, entonces titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), afirmó que no existía ninguna investigación contra el senador priista sobre presuntas irregularidades en el manejo de millones de pesos para crear una partida presupuestal especial, con la etiqueta extrema confidencialidad de gastos de seguridad.

Situación que podría cambiar durante la actual administración del gobierno federal y que daría paso a que anteriores damnificados durante su paso en la Secretaría de Gobernación intenten cobrar viejas afrentas.

El documental PRI, crónica del fin inicia con las declaraciones de Osorio Chong cuando renunció a su militancia priista, junto a Claudia Ruiz Massieu, Eruviel Ávila y Nuvia Mayorga, al señalar que Alejandro Moreno Cárdenas destruyó a ese partido político.

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“Queda claro el precipicio al que llevó al PRI a la peor época de su historia, dice Osorio Chong sin tomar en cuenta que formó parte de ese grupo que se benefició del partido, el cual convirtió al gobierno de Peña Nieto en sinónimo de frivolidad y corrupción. Dejó a ese instituto político en un elefante blanco, reumático, del cual PAN y PRD deben alejarse cuanto antes si les queda un poco de sentido común y de sobrevivencia.

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