Acciones posibles: de lo público a lo personal
En las entregas pasadas, hemos abordado la importancia del agua en nuestras vidas, algunas de las razones de su escasez en Pachuca y consecuencias sociales y ambientales que ya estamos viviendo. El día de hoy, quiero dar un giro hacia lo que sí podemos hacer. Porque de nada sirve quedarnos con el diagnóstico, si no somos capaces de imaginar y construir caminos diferentes.
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Cambiar realidades, desde las políticas públicas
El papel del gobierno es fundamental. Se requiere empatía, visión y responsabilidad para administrar el recurso que es de todos. Sin voluntad por parte del gobierno, la desigualdad en el acceso se hará más profunda y las nuevas generaciones serán condenadas a un escenario catastrófico.
Invertir en infraestructura para disminuir las fugas, modernizar las redes de distribución y mejorar el acceso al agua no es opcional, es una urgencia. También se necesitan reglas más estrictas para las concesiones que hasta el momento, permiten a grandes empresas acaparar volúmenes de agua que superan por mucho, lo que reciben colonias enteras. Y no podemos olvidar, la protección y conservación de las zonas de recarga de los acuíferos. Si la mancha urbana siga avanzando sobre suelos naturales, nuestro futuro será incierto y desértico.
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La fuerza de la comunidad
La organización vecinal y colectiva puede logra mucho más que cualquier acción aislada. La vigilancia de fugas, los programas de reforestación, la limpieza comunitaria de ríos o la simple socialización de información sobre cómo ahorrar y reutilizar agua, genera un impacto positivo y muy profundo.
El agua puede convertirse en un incentivo para reconstruir el tejido social, recordándonos que la vida en comunidad se enriquece cuando compartimos responsabilidades.
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Lo que podemos hacer en casa
En el ámbito personal, las acciones parecen pequeñas, pero no lo son. Cerrar las llaves mientras nos lavamos los dientes o las manos, reutilizar el agua de la lavadora, reparar fugar internas y optar por jardines con especies nativas, son gestos que, multiplicados por miles de personas, se convierten en un movimiento poderoso.
No se trata de vivir con temor de gastar el agua, sino de usarla con respeto y responsabilidad. Comprender que cada gota es valiosa y que el agua que fluye por nuestras llaves no está garantizada para siempre.
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Acciones sustantivas
La crisis hidrológica nos exige acciones en todos los niveles: el gobierno regulando, la comunidad organizando y cada uno de nosotros asumiendo que el agua no es un lujo, sino un derecho y una responsabilidad compartida. Ninguna acción por sí sola resolverá el problema, pero la suma de todas puede abrir caminos de esperanza.
La próxima vez que abras una llave y mientras corra el agua, piensa en lo afortunados que somos de contar aún con este recurso vital. También recuerda que no lo tenemos garantizado para siempre. Cuidarlo no es un acto de buena voluntad: es un compromiso ético y una muestra de respeto por la vida misma.
Quizás más que ahorrar agua, necesitamos cambiar la forma en que habitamos la tierra, la forma en que nos relacionamos con los recursos y entre nosotros. Porque al final, cada gota que dejamos escapar, es una gota que alguien más podría necesitar.