Jorge Luis Pérez

El Mundial de Futbol a celebrarse en México, Estados Unidos y Canadá, ha dado pie a que organizaciones civiles no gubernamentales y el propio Instituto Nacional de Salud Pública de nuestro país, le reclamen a la industria refresquera y al gigante organizador del evento, la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), y enarbolen el lema de campaña: “Saquemos a la Industria de Bebidas Endulzadas del Deporte” (Kick Big Soda Out Of Sport), lo cual realmente es un imposible.

Esta campaña internacional enderezada a un año de la Copa Mundial de la FIFA 2026 por organizaciones civiles y expertos en salud pública, alerta sobre el fenómeno del sportwashing, estrategia mediante la cual grandes corporaciones utilizan el deporte para lavar su imagen pública y ocultar los impactos negativos de sus productos.

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El Poder del Consumidor, junto con expertos del Instituto Nacional de Salud Pública de México (INSP) y organizaciones de Colombia como Red PaPaz, este miércoles llevaron a cabo el seminario virtual: “Desenmascarando el lavado de imagen a través del deporte rumbo a la FIFA 2026”.

El objetivo, dijeron los organizadores, es analizar la problemática y proponer acciones para recuperar el deporte como un espacio genuino de promoción de la salud y el bienestar colectivo.

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Desde Pachuca, una de las posibles sedes de entrenamiento de alguna o varias selecciones que jugarán en el Estadio Azteca, lo anterior se ve como quimera romántica.

Porque desde hace décadas el deporte de profesionales sea futbol, boxeo, baloncesto, entre otros, es patrocinado por bebidas azucaradas y cervezas, entre otros productos chatarra como las papas fritas o hamburguesas, ya que si bien las ganancias son multimillonarias en dólares, también los gastos y sueldos de un sinfín de participantes, lo que representa un río de dinero y es vida para diferentes industrias.

Los expertos nos explican que el sportwashing consiste en el aprovechamiento del prestigio del deporte para asociar productos dañinos con valores positivos como salud, éxito y superación.

Empresas como Coca-Cola, líder mundial en la industria de bebidas azucaradas, utilizan eventos deportivos de alto perfil —incluyendo los Juegos Olímpicos y la Copa Mundial de la FIFA— para reforzar su presencia y reputación, mientras continúan promoviendo el consumo de productos que contribuyen a la pandemia de enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares.

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Las bebidas azucaradas y refrescos son productos tan nocivos que tanto organismos internacionales de salud, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), como instancias financieras, como el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), han hecho llamados para reducir su consumo, debido no solo a que genera grandes daños en salud, sino que en consecuencia tienen un muy grave impacto en las finanzas públicas.

“Esta estrategia no es accidental. Es un esfuerzo sistemático por desplazar políticas de salud pública, influir en tomadores de decisiones y consolidar el consumo de sus productos entre las poblaciones más jóvenes”, señaló Christian Torres, de El Poder del Consumidor, al presentar un análisis del historial de interferencia de Coca-Cola en políticas de salud y medio ambiente en México y América Latina.

Mientras que la doctora Gabriela Argumedo García, del Instituto Nacional de Salud Pública de México, explicó que el sportwashing va más allá de los patrocinios: “Gobiernos individuos o empresas como las de bebidas azucaradas, que dañan la salud de las personas o del planeta, pueden ser sportswashers y utilizar el apoyo de la afición para borrar sus faltas. El sportswashing utiliza un valioso patrimonio cultural con fines inmorales y, al hacerlo, lo degrada. Esta práctica puede hacer que los participantes en el deporte, como aficionados y atletas, se vuelvan cómplices”, manifestó este miércoles.

La campaña internacional “Kick Big Soda Out”, respaldada por organizaciones en más de 20 países, exige a los organismos deportivos internacionales romper vínculos con la industria de bebidas azucaradas.

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En el caso de la FIFA, el patrocinio de Coca-Cola desde hace más de cuatro décadas representa uno de los casos más emblemáticos de sportwashing a nivel global.

“Este es un llamado a recuperar el deporte como un espacio libre de industrias que promueven enfermedades. Promover el deporte y la actividad física sin la presencia de productos dañinos debe ser una prioridad para proteger la salud pública y el bienestar de las futuras generaciones en nuestra región,” concluyó Ana Larrañaga, moderadora del evento.

Finalmente, el grupo de expertos de México y Colombia, reiteró el llamado a autoridades nacionales e internacionales, así como a organismos deportivos, para adoptar medidas que eliminen la publicidad, el patrocinio y la presencia de estas empresas en el ámbito deportivo, en consonancia con las recomendaciones de salud pública.

En ese sentido, parecen ser Gritos en un Desierto tan amplio y tan profundo, que los primeros en no escucharlos son los jugadores de elite, que cobran millones de dólares por saltar a la cancha, entrenadores reconocidos, entre muchos otros participes de esta industria que es el futbol profesional y sus repercusiones en otras como las televisoras, los fabricantes de ropa y calzado, y muchos etcéteras más.

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