En medio del éxodo de cientos de miles de mexicanos que escapan de la violencia generada por los cárteles, un albergue en Tijuana se ha convertido en un refugio vital para una veintena de mujeres jóvenes, todas viudas y huyendo de sicarios que operan en diversas regiones del país.
Estas mujeres, parte de los 386 mil mexicanos que han buscado refugio en otros estados o en Estados Unidos según la ONU, viven con el temor constante que les dejó la violencia.
Una de ellas, “Sara“, cuyo nombre se ha cambiado por seguridad, relata cómo huyó de una ranchería en Guanajuato luego de que un grupo criminal asesinara a su esposo y a un hermano. Vive con el miedo de las amenazas que recibió después de escapar, pero ha encontrado en el albergue un lugar donde tramitar su solicitud de asilo para ella y sus hijas.
El albergue, dirigido por el pastor Albert Rivera, acoge no solo a estas mujeres, sino también a sus hijos, proporcionándoles un lugar seguro en medio de la incertidumbre.
Sin embargo, la capacidad del albergue es de más de 300 personas, evidenciando la magnitud del desplazamiento interno que se vive en México.
Las historias de las mujeres en el albergue reflejan la tragedia de las políticas de seguridad que no han logrado detener la violencia.
Esposas de jueces, familiares de marinos y elementos de la Guardia Nacional, así como de comerciantes, agricultores y ganaderos, viven con temor y han encontrado en este refugio un lugar de esperanza en medio de la desesperación.
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El pastor Rivera ha tramitado cientos de visas humanitarias para estas personas, que son víctimas colaterales de la violencia desatada por los cárteles.
Su teléfono celular es testigo de las tragedias que han vivido, con fotos, videos y mensajes de amenazas que reciben las viudas y familiares que buscan refugio en su albergue.
En los pasillos semivacíos, los niños intentan olvidar lo vivido, mientras que los adolescentes juegan basquetbol.
El albergue, en este momento, acoge principalmente a mujeres y niños, pero en el pasado ha albergado a más de 300 personas, incluyendo a jueces, soldados, marinos y guardias que también han huido de las amenazas.
A pesar de la valentía de estas mujeres y de la labor del albergue, la realidad es dura, los cárteles están enganchando a muchos migrantes y desplazados en los albergues de Tijuana, cobrándoles altas sumas para cruzar la frontera.
Para estas viudas y huérfanos, el albergue representa una esperanza de vida en medio de la violencia y el miedo que dejaron atrás.
Crédito: Amexi