Dinorath Mota

Tatiana es una mujer de izquierda, criada en una ambivalencia entre la ciencia y la religión. Se define como una mujer de lucha, de esa que se aprende en el hogar y se lleva a la práctica en las instituciones y en la calle. En su vida hay sueños por realizar, pero al mirar hacia atrás, Tatiana, la hija, madre y hermana, reconoce que también ha dejado huella en este país. Desde su lucha en el Politécnico, El Barzón y el PRD, su paso por la alcaldía o la diputación local, hasta su actual trinchera en el Congreso de la Unión, como diputada federal, su trayectoria ha estado marcada por un compromiso constante con sus ideales.

Su vida ha sido influida por figuras como Cuauhtémoc Cárdenas, Pablo Gómez y Alfonso Ramírez Cuéllar, quien en el caminar de la vida se convirtió en el hermano que no tuvo. Sin embargo, sin duda, fue su padre, Guillermo Pérez Ángeles, quien le enseñó que hay situaciones que no se negocian y luchas que deben llevarse de principio a fin. Y ahí está ella, sosteniendo esas enseñanzas como pilares de su historia.

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Al recordar su vida, rememora su historia: la familia; sus padres sentados a la mesa en la que se hablaba de religión por parte de su madre Teresa o de ciencia por Guillermo su padre.

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Maestros de profesión, don Guillermo, forjado en los ideales de la patria y la libertad, logró que en el Instituto Politécnico le otorgaran una beca para estudiar en Rusia, país que entonces era la bandera del comunismo. Ahí estudiaría química.

Pero su destino no estaba en ese país. Al ser menor de edad, su padre le negó el permiso, y con ello, sus sueños se truncaron. Entonces decidió quitarse el apellido y dejar solo la P como constancia del padre, y así Tatiana y sus dos hermanas fueron registradas.

En esos años, de niñez y adolescencia dice, la obligación era leer un libro por semana y entregar un reporte de la lectura en la mesa del desayuno.

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La vida transcurría y los sueños por igual. Ya adolescente, influenciada por la televisión, soñaba con ser actriz, y el “Tío Gamboín” era la plataforma. El intento, dice, lo hizo, pero no pasó nada. Entonces decidió estudiar arte dramático, pero sus padres le exigieron primero obtener una carrera “de la cual vivir”. Esto la llevó al Politécnico, donde estudió Biología.

Fue ahí donde inició su vida política. Ante la negativa de otorgar fichas a los aspirantes de provincia, Tatiana se unió a un grupo de jóvenes que organizaron movilizaciones, logrando finalmente ingresar.

Así, en un abrir y cerrar de ojos, se convirtió en consejera estudiantil. En ese tiempo se da una revuelta entre estudiantes de la UNAM y del Politécnico, que se unen y se van a huelga en el 87. Se unió a la Unión de Lucha Estudiantil y también a la Unión de Lucha Revolucionaria, donde conoció a personajes como Pablo Gómez y Cuauhtémoc Cárdenas.

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En 1994, su familia enfrentó las secuelas del “error de diciembre”. Su madre había hipotecado la casa para cubrir gastos, pero la deuda se volvió impagable. Fue entonces que se reencontró con Alfonso Ramírez Cuéllar e inició su lucha barzonista y contra el Fobaproa. Recuerda cómo, durante la votación de esta medida, fueron retenidos en la Suprema Corte de Justicia para evitar protestas. Al final, salieron del recinto se formaron y dieron la espalda a los magistrados una acción simbólica que, aunque parezca pequeña ahora, marcó un hito en su momento.

La creación del PRD fue otro de sus puntos de partida, y cuenta que le tocó llegar y colocar carteles en postes, lo cual era sancionado y perseguido. Le llegaría entonces el reloj biológico, y al tener a su hijo Pedro, decidió dejar por un rato el ambiente político para dedicarse de lleno a su familia.

Ahora, cuenta, su prioridad es su familia, y tiene que combinar las funciones del hogar con las de diputada. Salir del Congreso, llegar a casa, verificar tareas, arreglar uniformes y preparar la comida es parte de la cotidianidad.

También refiere que los fines de semana busca hacer un espacio para su familia, y no perderse todas las fiestas, cumpleaños y abrazos que en su momento no dio.

Las historias de los que nos rodean terminan siendo nuestras historias, y hoy es tiempo de su familia y de su hijo, a quienes disfruta día a día. Lo mismo ocurre con la escritura, uno de sus pasatiempos favoritos, junto con los arreglos de costura, donde, entre hilo y aguja, recuerda el pasado y construye el futuro.

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