Sandy Franco

Con la 77.ª Muestra Internacional de Cine ya instalada en Pachuca con dos funciones del 22 de julio al 2 de agosto y 10 películas que la Cineteca Nacional rota en diferentes ciudades, surge, como cada año que ha llegado este ciclo a la ciudad, una pregunta en mi mente: ¿Nos faltan más salas en Hidalgo? No nos referimos a las comerciales que todos conocemos y a las que vamos; hablo de aquellas que dan espacio a producciones independientes que no alcanzan las cifras para ocupar algunas funciones en las cadenas de cine o que muestran el llamado cine de arte.

Datos del 2022 revelaban que en Hidalgo había 26 salas para cine independiente, aunque solo entre 8 y 10 se conocen y, hasta la fecha, son usadas para proyectar películas y hacer cineclubes con ciclos especiales y temáticos. ¿Cómo es posible que haya poca actividad y nula difusión sobre estos espacios?

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El principal motivo por el que no hay mucha difusión y una lucha contracorriente por mantener los espacios con actividades es el lugar que ocupa la cultura en el actual gobierno de la República, recortes presupuestales y darle uno de los últimos lugares en la lista de prioridades. ¿Cuándo en Pachuca se podría tener una cineteca con estrenos casi simultáneos a las salas de cine de películas no tan comerciales y que haga su propia muestra?

Otro motivo es la poca política cultural que ha habido no solo desde este gobierno cuatroteísta, sino desde antiguas administraciones que no hicieron otra cosa más que separar la cultura del turismo, crear una secretaría necesaria, sí, pero carente de una directriz eficiente y con conocimiento de lo que hacía falta en cultura, ah, y dar fiestas en el Centro Cultural del Ferrocarril e inflar cifras.

Las legislaturas no se quedan atrás, pues hasta el momento no he visto a nadie de las comisiones de cultura que han pasado por la torre legislativa de Hidalgo proponer algo respecto al tema del cine y ya sé que van a decir que la inversión para hacer una cineteca es mayúscula; se entiende que, en lugar de gastar 6 millones en vallas para encapsular a las mujeres que se manifestaron en el 8M pasado, pudieron gastarlo en cultura, en el rubro del cine, por ejemplo.

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Otro de los obstáculos de tener un espacio propio para incentivar la cultura del cine independiente es la paupérrima planeación para llenar de contenido un recinto que tendría que operar de manera casi diaria, con programación y actividades de las que puedan hacer partícipe a la población, y aquí va otro punto que no favorece: la formación de públicos acostumbrados a ver cine comercial por mayor comodidad y sin pensar dos veces en lo que acaban de ver.

Las salas comerciales, aunque cada vez más caras, aún logran enganchar a los espectadores con títulos más hollywoodenses que independientes o de corte nacional, porque la promoción es más estratosférica en cuanto a dinero que (muchas veces) en cuanto a calidad. Hacerle frente a un monstruo de este tamaño también explica por qué a las muestras de cine no va más de 10 personas.

El sector es un abanico vasto sobre las actividades que se deben implementar dentro de la capital del estado y fuera en los centros regionales; poca es la actividad que responde a la cuestión cinematográfica. Películas infantiles en espacios como el famoso Ferro y en otros pertenecientes a la dependencia son lo que más llegamos a ver en las carteleras mensuales de la Secretaría de Cultura.

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Pero, ¿qué sucede con los espacios independientes que tienen que hacer su propia difusión, esperando llegar al mayor público posible? Precisamente, actividades con poca audiencia, falta de periodicidad debido a los recursos limitados y buenos ciclos que se quedan en una participación medianamente entusiasta en redes sociales.

Y sí, también depende de la programación, o sea, de las películas que se proyectan. Otra vez el monstruo de las salas comerciales hace de las suyas, pero hemos tenido ejercicios muy interesantes que me hacen cuestionar.

Un claro ejemplo fue cuando Roma de Alfonso Cuarón se estrenó en salas independientes de todo México. Claro, la CDMX fue la primera en tenerla en la lista porque ellos tienen la Cineteca; en Hidalgo tardó para llegar, una por el tipo de reproductor que no es tan sencillo de tener y la otra porque lo más cercano que tenemos es la Cineteca de Tulancingo. Entonces, ¿qué sucede en la capital en donde incluso hay oferta de festivales como el FICA, el Elipsis o el Dulcísimo Ovario?

Pregunto y desde hace años… ¿Por qué, teniendo el Romo de Vivar, la Sala María Teresa Rodríguez y el remodelado Parque Cultural Hidalguense con teatro al aire libre en donde cada domingo hay función (¿de qué?, nunca ponen la película) y otros espacios, películas como Pinocho de Guillermo del Toro tardaron en llegar y se fueron a otros lados del estado como Actopan? (Está bien que la descentralización, pero si no hay nada que descentralizar). ¿Nos hace falta una sala de cine de arte en Pachuca?

Nos hace falta un mayor impulso por parte de dependencias culturales en todos los niveles para tener programación de calidad, no solo en la cuestión del cine independiente; nos falta la creación de públicos y mayor política cultural que de verdad genere un interés genuino en asistir a la programación que planteen todos los meses.

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Falta también mayor apoyo a aquellos que, con una poca remuneración, todavía ofrecen espacios para este tipo de cine, en una labor titánica por preservar al séptimo arte. Sean parte de quienes apoyan estos esfuerzos, chiquitos si ustedes quieren, pero valiosos cuando se tienen en casa y a la mano; vayan a la muestra y, al mismo tiempo, hay que seguir pugnando por más espacios para el cine.

La recomendación: Hoy pueden ver Zafari de Mariana Rondón, distopía latinoamericana que ocurre cuando un hipopótamo llega a un zoológico y desata una serie de conflictos que dejan una reflexión. Y hasta aquí ¡Corte y queda!

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