En el municipio de Dixville Notch, New Hampshire, se dio inicio al día de las elecciones en EE.UU. con un empate en la votación: Kamala Harris y Donald Trump recibieron tres votos cada uno, en una participación que incluyó a solo seis votantes, cuatro republicanos y dos no declarados.
Este pequeño pueblo en la frontera con Canadá, con una población mínima pero una gran tradición electoral, abrió y cerró sus urnas poco después de la medianoche.
La tradición de Dixville Notch, que data de 1960, es una de las primeras en reportar sus resultados en las elecciones estadounidenses, atrayendo la atención nacional cada ciclo electoral.
La votación en Dixville Notch se lleva a cabo en el Balsams Hotel, actualmente inactivo, donde los votantes se reúnen y emiten sus boletas secretas justo después de la medianoche.
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Una vez que todos los votos son emitidos, se realiza el conteo y se anuncian los resultados de inmediato, proporcionando una visión preliminar del día electoral.
La vecina Hart’s Location y Millsfield también han celebrado votaciones a medianoche, aunque de manera discontinua y no participarán este año.
Los habitantes de Dixville Notch han respaldado a los candidatos demócratas en las dos elecciones presidenciales anteriores.
El impacto de la votación temprana
A pesar de ser un pequeño acto simbólico, la votación de Dixville Notch captura la atención de los medios nacionales, que a menudo superan en número a los votantes.
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Según los analistas, aunque los resultados del pueblo no predicen el desenlace de las elecciones, reflejan el entusiasmo de los votantes en zonas rurales y la importancia de cada voto.
Además de la elección presidencial, los votantes también participaron en la contienda por la gobernación entre Kelly Ayotte, exsenadora republicana, y Joyce Craig, exalcaldesa demócrata de Manchester, quienes buscan suceder al gobernador republicano Chris Sununu.
Dixville Notch sigue siendo un punto de referencia en el calendario electoral, un recordatorio del compromiso cívico en una localidad donde, aunque pequeña, la tradición de votar antes que nadie persiste como símbolo de participación y unidad democrática.
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