Todas tenemos una historia que contar, y la mía comenzó en una pequeña comunidad de Tepeji: San Buenaventura, ahí una adolescente rebelde soñaba con un mundo igualitario, en el que las mujeres ya no tuvieran como único destino ser esposas y madres, enfatiza la diputada Hilda Miranda. Al voltear la vista atrás, hoy puede decir: “Lo logré”, porque parte de sus sueños se han cumplido, aunque también sabe que a su historia aún le restan capítulos por escribir.
Hilda se define como una mujer inquieta, a quien no le gustan las injusticias y que siempre fue la primera en participar en las actividades de su comunidad. Catequista, hija de comerciantes y campesinos, recuerda que su entusiasmo muchas veces le valió regaños de su madre, aunque sabía que al final siempre contaría con su respaldo.
Durante su infancia y adolescencia en San Buenaventura, las mujeres parecían tener un único destino: casarse y depender económicamente de sus esposos. Sin embargo, Hilda sabía que la vida podía ofrecer algo más. Por ello, soñaba con estudiar en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
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Decidida a no quedarse estancada, aspiraba a convertirse en una profesional y también a ser empresaria. Estudió en una telesecundaria, donde fue abanderada, y recuerda que en su adolescencia vivió sus primeras luchas al intentar participar en proyectos comunitarios, como la instalación de una planta tratadora de agua. Esa fue su primera confrontación con la realidad: en una reunión con campesinos, le impidieron tomar la palabra por ser mujer.
En ese momento, su abuelo, también ejidatario, tomó el micrófono y se lo entregó. Fue entonces cuando Hilda descubrió que, además de ser empresaria, quería involucrarse más en los temas sociales. Para ello, decidió participar en un partido político que le diera voz.
Cuando llegó el momento de ir a la universidad, migró a Pachuca junto con su familia, asentándose en Mineral de la Reforma. Inició sus estudios en Administración de Empresas, cumpliendo uno de sus primeros objetivos, pero en su interior sabía que su destino estaba también en la política.
El camino la llevó al PRD durante su servicio profesional, donde tuvo que librar nuevas batallas. En aquel entonces, bajo la administración del dirigente perredista Manuel Hernández Badillo, Hilda tuvo que recurrir a la Comisión de Honor y Justicia para exigir que las mujeres tuvieran representación en el partido. En una dirigencia dominada por hombres, logró que se otorgaran dos lugares para mujeres.
Este acto le valió el mote de “revoltosa”. Pero, entre risas, Hilda recuerda que, cuanto más le decían que no podía hacer algo, más se aferraba a lograrlo. Así, contra todo pronóstico, en el 2002 decidió postularse a la alcaldía de Mineral de la Reforma, en ese entonces considerada “la joya de la corona” por el gobernador Omar Fayad.
Aunque amigos y familiares le advirtieron sobre las dificultades, Hilda estaba decidida a dar la batalla. No logró la alcaldía, pero fue la aspirante más votada de toda la entidad, lo que le permitió ocupar una regiduría. Desde ese puesto, asegura, hizo lo mejor que pudo.
En el ámbito personal, Hilda cuenta que tiene poco tiempo para compartir con su familia, especialmente con su hija, Margaret Julieta, de menos de dos años, a quien llama con cariño “Magi”. Asevera que su pequeña le cambió la vida y se ha convertido en su principal motivación para levantarse cada día y trabajar por un mundo mejor.
Su madre, quien se encarga del cuidado de Magi, es parte fundamental de la red de apoyo que le permite continuar su labor en la política. Hilda reconoce que este camino exige sacrificios, como perderse fechas importantes, cumpleaños y festividades, pero también sabe que los momentos que logra pasar con su familia los disfruta al máximo.
Entre sus actividades favoritas están disfrutar de la naturaleza y caminar junto a su hija, pequeños placeres que le compensan después de largas jornadas de trabajo. A sus 31 años, sabe que aún hay proyectos por los que luchar. Hoy, aquella niña que creció bajo las reglas de una sociedad que dictaba que solo sería esposa, ha demostrado que puede ser mucho más.
Hilda hoy es profesionista y diputada. Es la mujer que se graduó por promedio, por eso sabe que los sueños pueden hacerse realidad. Aun si vienen de desde una pequeña comunidad. El secreto dice es no rendirse, por ello hoy también puede presumir el “Premio Nacional Femenil 2023”, entregado por 40 universidades del país.
Hilda es hoy una profesionista y diputada. Es una mujer que se graduó con un promedio destacado, y por ello sabe que los sueños pueden hacerse realidad, incluso cuando se originan en una pequeña comunidad. Su secreto, asegura, es no rendirse.
Por ello, ahora puede presumir el Premio Nacional Femenil 2023, otorgado por 40 universidades del país.
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