Y sí, por si hacía falta una nueva postal del surrealismo, Antorcha Magisterial, en Hidalgo, decidió que el mejor lugar para impartir clases era… la banqueta, justo frente a Plaza Juárez. Bajo el sol, sin agua, sin sombra y, claro, sin asistencia médica.
Desde las 9 de la mañana, los niños —con mochila al hombro y cara de “¿y yo por qué?”— fueron colocados como escenografía humana para adornar la protesta. El termómetro marcaba 26 grados, pero entre el asfalto caliente y la indiferencia de los adultos, aquello parecía más un asador de niñez en pleno Día del Maestro.
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Maestros protestando, niños deshidratándose. Todo muy educativo, ¿no? Quizá el plan de estudios incluía una práctica de supervivencia nivel calle, con lección especial en “cómo no se ejerce la docencia”.
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¿Y quién está detrás de esta brillante idea? Pues nada más y nada menos que Guadalupe Orona Urías, quien al parecer confundió liderazgo con abandono infantil. Que si los intereses políticos, que si la lucha social… Lo cierto es que ni agua llevaron para los menores. Pero eso sí, los mantuvieron firmes, sudorosos y bien asoleados. ¿Consentimiento de los padres? ¿Asistencia médica? ¡Eso es para qué!
La ONG Educo, que algo sabe del tema, recuerda que el papel del maestro es proteger a la infancia, no usarla como pancarta con pies.
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