Yazmín Salazar

What To Know

  • A corto plazo, las comunidades aledañas sufren desabasto de agua potable, el miedo de consumir agua contaminada y la pérdida de actividades productivas como la pesca y la agricultura.
  • A mediano y largo plazo, los impactos se traducen en enfermedades crónicas por exposición prolongada a contaminantes, suelos agrícolas degradados que tardarán años en recuperarse, migración forzada de familias que perdieron el sustento y generaciones enteras privadas del derecho humano al agua limpia.
  • No obstante, el problema de fondo —la vulnerabilidad de la infraestructura, la falta de transparencia y el monitoreo insuficiente—, no se resuelve con estas acciones de emergencia.

Durante las semanas posteriores al paso del huracán Priscila por territorio mexicano, y en medio del doloroso recuento de los daños, volvemos a vivir una tragedia: la ruptura de un oleoducto de Petróleos Mexicanos (PEMEX) en el río Pantepec, en Veracruz. Miles de personas que apenas comenzaban a levantarse tras el golpe del huracán, son doblemente vulneradas por una crisis ecológica y social causada por la fragilidad de nuestra infraestructura.  

Del desastre natural a la emergencia ambiental

Priscila trajo consigo lluvias torrenciales, arrastre de grandes masas de suelo y pérdidas aún incalculables. Esta presión adicional sobre un sistema ya de por sí frágil —el oleoducto Poza Rica Madero —, facilitó el derrame ocurrido en el río Pantepec.

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Desafortunadamente, esto no es un hecho aislado: este desastre es un síntoma más de la debilidad estructural ante un contexto climático cada vez más extremo.

Foto: Secretaría de Marina

Infraestructura vulnerable y cifras cuestionables

En 2023, tras una explosión en la plataforma Nohoch Alfa, organizaciones ambientalistas cuestionaron las cifras oficiales de PEMEX, estimaron daños mucho mayores a los reportados.

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En el caso de Veracruz, el oleoducto colapsó en un territorio ya golpeado por Priscila. Las cifras oficiales estiman un volumen cercano a 4.75 millones de litros de crudo, vertidos al cauce del río Pantepec. Una vez más, la ciudadanía se ve obligada a exigir transparencia sobre el verdadero alcance del daño.

Impacto ambiental: el río deja de ser vida

El daño ecológico es abrumador. Un solo litro de petróleo puede contaminar alrededor de un millón de litros de agua, además de generar una capa que impide el intercambio de oxígeno. Esto provoca la muerte de peces, anfibios, invertebrados, algas, plantas ribereñas y microorganismos. Los restos de hidrocarburos se filtran al suelo y a los sistemas de drenaje, llegando hasta las comunidades cercanas.

En resumen, tanto las personas como la vida silvestre enfrentan un escenario de incertidumbre ecológica y muerte silenciosa.

Impacto social: a corto y largo plazo

A corto plazo, las comunidades aledañas sufren desabasto de agua potable, el miedo de consumir agua contaminada y la pérdida de actividades productivas como la pesca y la agricultura.

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A mediano y largo plazo, los impactos se traducen en enfermedades crónicas por exposición prolongada a contaminantes, suelos agrícolas degradados que tardarán años en recuperarse, migración forzada de familias que perdieron el sustento y generaciones enteras privadas del derecho humano al agua limpia. Este derrame dejará cicatrices profundas en las poblaciones de la cuenca del Pantepec.

Conteniendo lo incontenible

La respuesta inmediata del gobierno fue la activación del Plan Nacional de Contingencias Nivel III, con despliegue de personal, instalación de barreras oleofílicas y monitoreo. Se suspendió la captación de agua potable y el suministro se realiza mediante pipas.

No obstante, el problema de fondo —la vulnerabilidad de la infraestructura, la falta de transparencia y el monitoreo insuficiente—, no se resuelve con estas acciones de emergencia.

Lecciones internacionales

En Perú, tras un derrame de hidrocarburos en 2024, el gobierno decretó emergencia ambiental por 90 días, implementando monitoreo satelital, limpieza coordinada entre empresas estatales y comunidades pesqueras. Este ejemplo subraya la importancia de una acción rápida, transparente y, sobre todo, comunitaria para mitigar daños y recuperar la confianza ciudadana.

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Esperanza contaminada

El río Pantepec representa mucho más que un afluente: es fuente de vida para miles de familias que hoy sufren no solo las secuelas de un fenómeno natural, sino también una catástrofe ambiental. Si algo debemos aprender, es que la reacción es tan importante como la prevención. La infraestructura no es solo tubos y válvulas; está integrada en el ecosistema. Y cuando este sistema se rompe, no solo se rompe el metal, sino también los vínculos que sostienen la vida y el futuro.  

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