Dicen que quien regresa de un viaje no es la misma persona que partió. Y es cierto. Viajar nos traslada a otros lugares y personas, y nos desconecta de la rutina diaria. Viajar es descubrir, conocer, aprender, valorar, sentir.
Viajar es ver una luz distinta, es estar bajo distintos cielos, otras nubes. Es explorar nuevos sabores, rincones y culturas. Nos da ideas para hacer el siguiente viaje, vaya, hasta es posible descansar del cotidiano y vivir lo inesperado.
Globetrotting (Viajar extensamente) es una palabra usada para describir a alguien que se irá a un largo viaje alrededor del mundo.
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Un globetrotter es alguien que viaja mucho y por todo el mundo, especialmente para turistear.
Sea como sea, viajar es crear nuevos recuerdos.
Y se empieza por la siguiente frase:
“No lo llames sueño, llámalo plan”.
Y a partir de ese plan trazas la ruta para acudir a los sitios que te interesa, tal vez primero los más sencillos de llegar, después los más complejos, o los más lejanos. Así se descubren nuevas culturas, sabores y paisajes que enriquecen la vida.
Así me ha pasado en cada viaje. Desde niña recuerdo la emoción de preparar una mochila para partir al siguiente día en espera de estar en un nuevo lugar, tal vez desconocido. Y yo digo siempre, que depende de con quién vayas, será diferente la experiencia, no buena o mala, sino diferente.
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Desde los viajes rápidos en tren en los que nos llevaban mis padres a mis hermanas y a mí, mirar los caminos, recibir el aire, ver otros cielos, mirar otros paisajes. Hasta aquellos viajes de estudio o investigación, incluso aquellos sencillamente de placer, con todo incluido y de lujo, ¿porqué no?
El escritor argentino Lito Nebbia, lo dice en la canción “Solo se trata de vivir”: “Dicen que viajando se fortalece el corazón, pues andar nuevos caminos hace olvidar el anterior”.
Mi viaje por Europa en estas semanas me hizo reflexionar sobre todo lo que me falta por ver y que uno se pierde en las prisas de lo que se tiene que hacer cada día. Y si no se hace una pausa, no te das cuenta de que llevabas una terrible rutina que agota, que sólo arranca hojas del calendario.
“Las ciudades son libros que se leen con los pies”, es una frase de Quintín Cabrera, uruguayo. Y es cierto, caminar por las calles de la antigua Roma, la romántica Florencia, la inacabable Venecia, la vibrante Barcelona, la luminosa París, me dieron muchas páginas para leer.
Escuché tres distintos idiomas y escuché: Bon voyage! Buon viaggio! ¡Buen viaje!
Y viajar junto a ti siempre fue un camino seguro para recorrer y crear nuevos recuerdos.
Tenemos muchos destinos qué conquistar.
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