Joselyn Sánchez

La vez que conocí a Rocío Velarde, yo era una recién graduada que sabía poco de periodismo. No sé si ella recordó alguna vez nuestro primer encuentro, a mí me costó años poder recordarlo y nunca lo platiqué con ella, aunque, me hubiera encantado hacerlo.

En esos años, un amigo de mi mamá, apodado “El puma”, conducía un programa deportivo en TV Mezquital, televisión local de Mixquiahuala, así que preguntó si podía ir a hacer prácticas y sí, me dieron la oportunidad.

Al principio era poco lo que hacía, aunque, como en cualquier televisora local, las pocas manos que hay hacen un poco de todo. Así que, un día llegó Rocío Velarde, recuerdo que dijeron que estaba en el noticiario de la noche y tenía que ir a cubrir una protesta en la alcaldía de Mixquiahuala.

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El camarógrafo habitual no estaba en ese momento y era imperante ir a cubrir la protesta, así que Rocío me volteó a ver y preguntó si podía operar una cámara, sin pensarlo mucho le dije que sí y me asignaron su cuidado.

Los que saben, pueden testificar que las cámaras de video no son ni pequeñas ni ligeras, pero, por suerte para mí, esta era mediana, así que, me eché la cámara al hombro y la seguí.

Llegamos en carro, porque, aunque estábamos muy cerca, era necesario llegar lo antes posible y, dos, tener un medio de escape rápido en caso de que las cosas se pusieran color de hormiga.

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Al arribar al punto de concentración, Rocío Velarde se metió entre la gente y comenzó a escuchar y apuntar el micrófono a los quejosos, para que pudiera escucharse claramente lo que decían, sin embargo, yo me quedé en la periferia del grupo.

El problema es que, soy bajita y las tomas no eran muy buenas desde el punto en donde estaba, así que era llevar material que no sirviera o meterme entre la multitud y sacar mejores tomas, opté por la segunda opción y, por suerte, la gente estaba tranquila, así que no hubo molestia de que entrara con la cámara.

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Recuerdo que salieron algunas buenas tomas y lo mejor, los testimonios tenían un rostro que mostrarle a la audiencia, así que ese fue un buen día. En cuanto salimos de ese lugar, recuerdo que Rocío Velarde me dijo: “Eres entrona, ¡eh!, ¡bien hecho!”, y seguramente mi cara se puso de colores por el alago.

Creo que esa fue la única vez que la asistí como camarógrafa, pues estuve poco en TV Mezquital. Años después, nos reencontramos ya como colegas en este campo de batalla llamado “periodismo” y entonces, hicimos amistad.

Ahora estás dando noticias desde otro punto, mi querida Rocío Velarde, que Dios te guarde, que estés en un mejor sitio.

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