Guarda silencio el Consejo Supremo Hñahñu (CSH), organización indígena de Ixmiquilpan, creada hace 50 años, hoy con afiliados organizados en Florida, California, Texas, Nevada e Illinois, ante las políticas discriminatorias y beligerantes del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald J. Trump.
Ese mutismo es opuesto a lo que sucede en los medios sociales, donde la conversación de los cibernautas supera el 57% de interés y preocupación sobre las acciones de Trump, sin embargo el Consejo Supremo Hñahñu no ha emitido un sólido pronunciamiento de defensa de sus representados allá y acá.
Además de los estados gringos mencionados, y de acuerdo con el Consejo Estatal de Población (COESPO), Georgia y Carolina del Norte también son sitios de residencia de los 420 mil hidalguenses en Estados Unidos, que en promedio representan el 4 por ciento del total de población mexicana emigrante (unos 12 millones de hombres, mujeres y niños) que hoy se encuentran legales o ilegales, y que expulsaron principalmente 10 entidades ante la falta de oportunidades o bien se fueron por gusto y en busca de una vida mejor.
En ese tenor, la que sí alzó la voz fue la obispa episcopal de Washington, Mariann Edgar Budde, de 65 años, pidiéndole a Trump piedad para migrantes y personas de la diversidad sexual, durante un servicio religioso en la catedral nacional.
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“Déjeme hacer una última plegaria, señor presidente. Millones pusieron su confianza en usted, y como dijo ayer a la Nación, sintió la mano providencial de Dios amoroso. En nombre de ese Dios le pido que tenga piedad de la gente en nuestro país que tiene miedo. Hay niños gay, lesbianas y trans, en familias demócratas y republicanas e independientes y algunos temen por sus vidas”.
En alusión a los mexicanos, centro y sudamericanos, dijo ante un presidente que la ignoró volteando hacia otro lado:
“Las personas que recogen nuestras cosechas, que trabajan en granjas avícolas y plantas de envasado de carne, que lavan los platos después de comer en los restaurantes, y que trabajan en los turnos de noche en los hospitales, pueden no ser ciudadanos o no tener documentación adecuada, pero la mayoría no son delincuentes, pagan impuestos y son buenos vecinos y miembros creyentes de nuestras iglesias, mezquitas, sinagogas y templos”.
Mariann Edgar Budde le insistió al presidente tener piedad “con aquellos de nuestras comunidades cuyos hijos temen que se lleven a sus padres”. Desde su pulpito le rogó que ayude a los que huyen de zonas de guerra y persecución en sus propias tierras a encontrar compasión y acogida en los Estados Unidos.
“Nuestro Dios nos enseña que debemos ser misericordiosos con el extranjero. Todos fuimos extranjeros alguna vez en esta tierra”. Pese a lo anterior, Donald Trump no se conmovió. Y dijo después, que el sermón no le pareció emocionante ni tampoco que hubiera sido buen servicio religioso.
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Ahora bien, si una religiosa católica en apariencia no logró, de inició, ablandarle el corazón al presidente norteamericano, ¿porque sí habría de conseguirlo una organización mexicana como lo es el Consejo Supremo Hñahñu y/o el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo?
La unión hace la fuerza, refrán mexicano que deberían poner en práctica tanto el CSH como el gobierno de Sheinbaum, a pesar de sus diferencias ideológicas partidistas y electorales, ya no para enfrentar de frente al presidente del país más poderoso del planeta, el hombre al que según Forbes, su fortuna privada se estima en 3 mil 600 millones de dólares, ubicándose en el puesto 766 de las personas más ricas del mundo, lo cual le permite enarbolar un rancio nacionalismo estadounidense.
Pero sí para crear estrategias de resistencia allá, y de sobrevivencia en México, ante las deportaciones, ante el hacinamiento en los campamentos de la frontera, y para reencontrarles acomodo a los de Hidalgo, de Veracruz, Guanajuato, Oaxaca, Michoacán, Jalisco, Guerrero, Chiapas, San Luis Potosí y Puebla, entre otras entidades.
Trump, conservador nacido en junio de 1946, en Queens, Nueva York, es miembro del partido republicano a sus 78 años de edad, hoy soslaya a conveniencia, que su madre Mary Anne MacLeod, nació en Tong, una isla de Escocia, en 1912, y a su arribo a Estados Unidos como emigrante sin papeles, en 1930, trabajó como doméstica de una familia adinerada, y fue hasta 1942 que consiguió la ciudadanía; y que por el lado paterno, también tiene antecedente de migrantes, pero de Alemania, con su abuelo Friedrich Trump, en octubre de 1885.
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Por si no fuera suficiente, a su socio Elon Reeve Musk, de 53 años, nacido en Petroria, Sudáfrica, dentro de una familia adinerada, y quien tiene un patrimonio de 136,900 millones de dólares, pero que hoy ejerce al menos en el papel, como director del Departamento de Eficiencia Gubernamental de la Casa Blanca, públicamente el subconsciente lo traicionó y echó fuera también su sentimiento Nazi, con el saludo hitleriano.
A estos dos personajes de gran tamaño económico y confirmada su convicción de superioridad de la raza aria, seguramente no les faltarán enemigos también de peso en el mundo, pero que de manera inteligente se aliarán para enfrentarlos política y económicamente, lo que no debe soslayar el Consejo Supremo Hñahñu y los gobiernos mexicanos. ¡Torres más altas han caído; fortunas más grandes se han gastado!
Quiero darle las gracias a Carlos Sevilla Suárez, por la invitación y oportunidad de colaborar en Info Libre.
Aquí nos veremos semanalmente, con temas de interés que abordaremos Al Paso de los Hidalguenses
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