Sandy Franco

Por años, la animación ha sido encasillada exclusivamente para los públicos más pequeños, en cuanto escuchamos esta palabra, de inmediato pensamos en una película hecha en los estudios Disney, esa con la que quizá crecimos, con la que entretenemos al hijo o al sobrino, pero la animación tiene un espectro mayor que el que le damos como género específico para las infancias.

El anterior preámbulo responde a que recientemente se estrenó Intensamente 2, secuela de la cinta que explora las emociones de una niña y cómo estas evolucionan y surgen, desde una perspectiva muy adulta, el tema es complejo ¿quién en esta vida sabe con exactitud definir sus emociones? 

Últimamente Disney hace cintas en las que los niños se entretienen con los dibujos animados y los adultos reflexionan y eso tiene un punto extra para quienes gustan del género que aún no se quita ese estigma de ser solo para los más pequeños, a pesar de la lucha de varios realizadores que piden explorar contenidos para audiencias de mayor edad.

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Cuando Guillermo del Toro fue invitado a un festival en Francia, el mexicano que por esos años triunfaba con su versión conmovedora de Pinocho, dijo que la animación tan solo necesitaba que le dejaran sentarse a la mesa de los “adultos”, pues los seguían metiendo en la de los niños, lo cual es tan cierto como una terna de los Oscar de cualquier año que quieran.

No son recientes las propuestas de cineastas que hacen animación para un público más adulto, el problema es que se mantienen en apartados como el anime, las series que pasan a la medianoche en un canal especializado y que tienen implícita la palabra “irreverente”; o de plano son productos de culto que hay que buscar por debajo del internet.

Cuatro ejemplos que me gusta poner en la mesa, nos ayudan a comprender cómo la animación no es exclusiva del ratón Miguelito o del conejo Bugs y los hermanos Warner; y que es mal llamada género, pues debería ser simplemente una forma de presentar una historia con la misma validez que una producción de carne y hueso.

Persépolis

Una característica de casi todas las películas animadas “para adultos”, es esa forma de retratar los problemas de una sociedad de una manera que se ven más crudos que en la vida real, Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi  hicieron lo propio contando la historia de una niña que crece en plena revolución islámica y el choque cultural que experimenta cuando viaja a Europa.

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Perfect Blue

¿Qué podríamos decir de la animación japonesa? Cuando se hace con historias en las que se juega con la mente y las emociones, agregas suspenso y terror en ambas dosis,obtienes películas de culto como Perfect Blue de Satoshi Kon, extraordinario ejemplo de cómo podemos despegar la animación de un grupo infantil y ponerlo en la mesa de los adultos, 81 minutos épicos de una de las mejores cintas de todos los tiempos en cuanto a este género.

Chico y Rita

El romance y la pasión también se pueden retratar en animación, el caso más bonito y bien hecho es Chico y Rita, película española de Fernando Trueba, Javier Mariscal y Tono Errando, donde cuentan el romance de una cantante con un pianistas en la Cuba de los años 40 y 50, con una banda sonora cargada de jazz latino que captura todo lo que se debe de hacer en una animación PG-15.

La princesa Mononoke

Hayao Miyazaki y Ghibli son apodados en algunos lados como los Pixar nipones, no estoy muy de acuerdo, pues mientras Pixar está totalmente marcado con la etiqueta de “hecho para niños”, Ghibli tiene contenido tan desgarrador con situaciones que siempre ponen a sus protagonistas en momentos difíciles dentro de una sociedad casi siempre en conflicto, como La princesa Mononoke que avienta una oda al ecologismo donde los humanos hambrientos de poder y su constante comportamiento de “acabar con todo recurso natural en esta tierra”, son bien retratados.

Crecimos viendo animaciones, nos convertimos en adultos que las siguen viendo, pero quizá los contenidos y las formas son las que han cambiado, hay que darles espacio también en nuestra línea de vida, se van a sorprender… y hasta aquí ¡Corte y queda!

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