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La anulación de la elección en Cuautepec es un asunto plantea disyuntivas que deben atenderse con sumo cuidado.

En primer lugar, quedó evidenciada la vulnerabilidad de una elección, sea por descuido del Instituto Estatal Electoral de Hidalgo (IEEH) o por la actuación dolosa de los partidos, que pudieron evitar que los comicios fueran anulados.

En el caso de Cuautepec, hay otra variante que debería llamar la atención tanto del gobierno estatal como del federal: se trata de uno de los municipios con mayor incidencia en el delito de robo de combustible.

El municipio ubicado en el Valle de Tulancingo fue primer lugar nacional el año pasado respecto al número de perforaciones para robar hidrocarburo, de acuerdo con el reciente informe del Observatorio Ciudadano del Instituto para la Gestión, Administración y Vinculación Municipal (Igavim). En total, se registraron 481 perforaciones en ductos de enero a diciembre de 2023.

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Esta circunstancia hace aún más compleja la situación del municipio, porque suma un conflicto político a la ya de por sí precaria estabilidad de la demarcación.

Por eso deben andar con mucho tiento quienes protagonizaron la elección, empezando por Jorge Hernández Araus, quien había ganado la elección a la alcaldía bajo el cobijo de Morena y quien, tras conocer la anulación, no dudó en descalificar al Tribunal Estatal Electoral de Hidalgo (TEEH), a quien acusó de favorecer al Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El expresidente de la Junta de Gobierno del Congreso local apuesta por atacar al árbitro, con lo que debilita a ese árbitro.

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El que reaccionó con la resolución del TEEH fue el dirigente estatal de Morena, Marco Rico Mercado, quien sostuvo que la anulación provocada por la violencia y otras irregularidades presentadas el día de la elección sienta un “peligroso precedente”.

En su opinión, al anular las elecciones, el TEEH mostró el caminito para que, en el futuro, otros intenten hacer lo mismo para revertir los resultados de una elección.

Si en la elección hubo irregularidades, que incluyen la destrucción de material electoral de manera violenta, es menester atemperar los ánimos y buscar la mejor salida posible.

Lo que va de por medio es la estabilidad social del municipio que, de unos años para acá, se ha vuelto demasiado frágil.

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