Umberto MenesesEL CODIGO HUMANO

El erotismo, a menudo relegado a las sombras del discurso mundano, coloquial, hoy en día exige una reevaluación de su papel más allá de lo que quizá se ve; entendido como una actividad meramente física y mental. Es una fuerza que impulsa la motivación humana, la creatividad y la búsqueda de la trascendencia, el erotismo está presente en toda expresión que nos hace humanos: arte, literatura, complejos cambios sociopolíticos y económicos.

Notablemente, incluso en textos sagrados, que guían la brújula moral y espiritual de miles de millones, no evitan la exploración de la sensualidad y el amor erótico. Ejemplo, La Biblia, piedra angular del pensamiento religioso y la moralidad judeocristiana, alberga un libro en particular: el “Cantar de los Cantares” — un libro enteramente dedicado a celebrar el sexo, la sensualidad, el erotismo en el contexto de lo divino.

El Cantar de los Cantares se erige como un testimonio del abrazo divino de las dimensiones sensuales del amor humano. Desafía la dicotomía que a menudo es presumida entre lo sagrado y lo erótico. Por ejemplo, en el pasaje, “Tu estatura es como la de la palmera, y tus pechos como racimos de fruta. Dije: ‘Subiré a la palmera; tomaré sus frutos'” (Cantar de los Cantares 7:7-8), celebra vívidamente el amor erótico, entrelazando lo físico con la admiración espiritual.

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Mas aun, el erotismo se puede ver como esa sinergia que poco a poco fue descubierta por los seres humanos a través de su evolución con lo que asegura su continuidad biológica, mucho de esto se ilustra en el libro del Genesis cuando Adán y Eva finalmente descubren que están desnudos en el jardín del edén y por lo que Dios los castiga; a ser meros mortales, sus hijos nacen después de esto.

El erotismo trasciende el mero acto del amor físico; es una puerta a profundas percepciones existenciales. Desafía nuestra comprensión del yo, del otro y del cosmos. Por ejemplo, la noción francesa de “la petite mort”, o “la pequeña muerte”, encapsula la naturaleza profunda y transformadora del orgasmo y la eyaculación masculina, sugiriendo una disolución momentánea del yo en el éxtasis del clímax—una metáfora para el ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento a un nivel profundamente personal.

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El diálogo existencial entre el erotismo y la mortalidad, destacado a través de “la pequeña muerte”, habla de un anhelo humano universal por conexión y comprensión más allá de los confines del ego. Este momento de liberación erótica, similar a una forma de trascendencia, proporciona una lente única a través de la cual contemplar la vida, la muerte y la posibilidad de algo más allá. Filósofos y psicólogos por igual han explorado esta conexión; las teorías de Freud sobre los impulsos de vida y muerte, y las reflexiones de Marcuse sobre Eros y civilización, ofrecen puntos de vista seculares sobre el poder del erotismo para iluminar los aspectos sagrados de la condición humana.

El papel del erotismo en la vida humana es profundo y multifacético, sirviendo tanto como fuente de profunda conexión como camino hacia la iluminación espiritual y existencial. La exploración de la sensualidad y el amor erótico, como se celebra en textos sagrados como el Cantar de los Cantares, junto al discurso filosófico y psicológico secular, subraya la necesidad de abrazar el espectro completo de la experiencia humana. Este abrazo holístico enriquece nuestro viaje hacia la comprensión de lo sagrado en nuestra existencia, invitando a una reconciliación de lo sagrado y lo profano en nuestra búsqueda de significado y conexión.

Umberto Meneses PhD

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