What To Know
- Poseen un profundo sentido humano en torno a todo lo que las rodea, pues más allá de los muros centenarios y de las artesanales barras, las personas son en todo momento las protagonistas en estos lugares.
- La universalidad de los gustos son bien atendidos por la sinfonola, porque en la cantina se escucha de todo, no es raro que después de “Esclavo y Amo” de Pepe Aguilar se pueda oír “Perlas Negras” y cerrar la tanda de canciones con alguna de El Combo Loco.
- La cantina abre todo un mundo de posibilidades, como poder ver al más rudo de los visitantes divertirse como niño con un buen juego de cubilete, al más tímido de la barra envalentonado cuando le toca cantar frente a todos, o quizá simplemente poder ver que el que llegó más que triste se va tan contento.
¿A qué se debe el gusto de ir a una cantina? Es común para un servidor escuchar esta pregunta. La respuesta, confieso, es algo compleja como complejos son estos icónicos lugares que están llenos de tradición e historia. No son pocos los establecimientos en la ciudad de Pachuca que acumulan en su haber más de medio siglo en servicio e incluso hay quienes rondan o superan los 100 años.
Ingresar a las cantinas es como asomarse en una ventana en el tiempo que evoca distintos pasados unidos en un solo lugar. Poseen un profundo sentido humano en torno a todo lo que las rodea, pues más allá de los muros centenarios y de las artesanales barras, las personas son en todo momento las protagonistas en estos lugares. Desde nuestro arribo al recinto se detona una inevitable explosión de los sentidos y podemos experimentar un cúmulo de emociones en ocasiones contrastantes.
Suscríbete a nuestro canal de WhatsApp y entérate de todas las noticias al instante
Podemos sentir nostalgia pero esperanza al mismo tiempo, luego de una buena charla con nuestros clientes de antaño, esos que superan los 70 años de edad y que ostentan una particular maestría al momento de beber. Al observarlos con detenimiento se puede apreciar su moderación y experiencia, la tranquilidad con la que disfrutan cada trago. No hay nada más nutritivo para el alma que escuchar sus múltiples historias y aprender de su basta experiencia.
La euforia no puede faltar cuando de disfrutar de un evento deportivo se trata. Sin embargo, la alegría y júbilo dan paso al peor de los pesares y la más sombría tristeza; ¡no era penal! caray, otra vez nos volvió a pasar, “jugamos como nunca y perdimos como siempre”.
SIGUE LEYENDO: Torneo de Cubilete
La música puede hacer que las lágrimas aparezcan en escena, sea bien porque en la rocola empezó a sonar “Qué falta me hace mi padre” o “Y lloró” de Junior H. La universalidad de los gustos son bien atendidos por la sinfonola, porque en la cantina se escucha de todo, no es raro que después de “Esclavo y Amo” de Pepe Aguilar se pueda oír “Perlas Negras” y cerrar la tanda de canciones con alguna de El Combo Loco.
La cantina abre todo un mundo de posibilidades, como poder ver al más rudo de los visitantes divertirse como niño con un buen juego de cubilete, al más tímido de la barra envalentonado cuando le toca cantar frente a todos, o quizá simplemente poder ver que el que llegó más que triste se va tan contento.
Es por ello que pasar el tiempo en una cantina puede llegar a ser tan satisfactorio. ¿Con qué me encontraré mañana? Como decía mi padre, cuando trabajas en una barra lo primero que aprendes es que todos los días aprendes algo nuevo.
- ISSSTE Hidalgo: trasladan a embarazada desde Tlahuiltepa a Pachuca
- Asesinan a balazos a Miguel Bahena Solórzano, alcalde de Pisaflores
- Conoce los pastes de La Villa de Sahuayo, sabor y tradición en el Mercado Barreteros, Pachuca