Henry Sevilla

What To Know

  • Lo que comienza como una serie de golpes y traiciones termina convirtiéndose en un estudio sobre la ambición, la lealtad y el costo de las decisiones.
  • podías pasar de un tiroteo con Trevor en el desierto a una persecución con Franklin en el centro de Los Santos o una escena doméstica con Michael en cuestión de segundos.
  • Canciones como Sleepwalking de The Chain Gang of 1974 o Radio Ga Ga de Queen se convirtieron en himnos del caos y la libertad, acompañando esos viajes nocturnos por la autopista donde la ciudad parecía infinita.

Pocas obras han definido tanto a una generación de jugadores como Grand Theft Auto V. Lanzado originalmente en 2013, este título no solo consolidó a Rockstar Games como sinónimo de ambición y perfección técnica, sino que redefinió lo que un videojuego de mundo abierto podía ser. En una industria que ya había explorado la libertad, GTA V fue más allá: ofreció una simulación completa de la vida moderna, con todos sus excesos, contradicciones y decadencias.

La historia nos sitúa en la ficticia ciudad de Los Santos, un retrato satírico de Los Ángeles plagado de humor negro y crítica social. Tres protagonistas Michael, Franklin y Trevor representan distintos rostros del sueño americano: el ex criminal que busca redención, el joven que intenta escapar de la pobreza y el psicópata que abraza el caos sin remordimientos. Lo que comienza como una serie de golpes y traiciones termina convirtiéndose en un estudio sobre la ambición, la lealtad y el costo de las decisiones. Rockstar tejió una narrativa coral donde la moralidad se desdibuja, y el crimen se siente menos como un acto de rebeldía y más como una consecuencia natural de un sistema roto.

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El segundo acto lleva esa narrativa al límite. La tensión entre los tres protagonistas no solo impulsa la trama, sino que refleja las contradicciones del propio jugador: entre el deseo de control y la necesidad de destrucción, entre el éxito y la ruina. Michael vive atrapado en su pasado, Franklin busca un futuro que parece imposible y TrevorTrevor simplemente disfruta del mundo arder. GTA V no intenta justificar sus excesos; los exhibe como un espejo. Un espejo incómodo, pero fascinante, que nos obliga a aceptar que el verdadero enemigo puede no ser la ciudad, sino lo que proyectamos en ella.

Una de las mayores innovaciones fue el cambio de personajes en tiempo real, un sistema que permitió alternar entre los tres protagonistas con una fluidez impresionante. Este diseño no solo revolucionó la estructura narrativa, sino también la jugabilidad: podías pasar de un tiroteo con Trevor en el desierto a una persecución con Franklin en el centro de Los Santos o una escena doméstica con Michael en cuestión de segundos. Cada transición era cinematográfica, natural, y daba la sensación de estar dentro de una película viva, donde el mundo seguía su curso incluso cuando no lo mirabas.

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La selección musical fue otro de sus grandes aciertos. Con más de 240 canciones repartidas en estaciones de radio, GTA V ofreció una banda sonora que abarcaba décadas y géneros. Desde el funk de los setenta hasta el hip hop contemporáneo, cada melodía se integraba perfectamente al contexto, reforzando la inmersión y el tono de cada misión. Canciones como Sleepwalking de The Chain Gang of 1974 o Radio Ga Ga de Queen se convirtieron en himnos del caos y la libertad, acompañando esos viajes nocturnos por la autopista donde la ciudad parecía infinita.

El multijugador, conocido como GTA Online, transformó lo que inicialmente era una experiencia individual en un fenómeno global. Lo que empezó como un complemento se convirtió en un ecosistema vivo que, década tras década, continúa expandiéndose con nuevos contenidos, modos, vehículos, eventos y negocios virtuales. Rockstar ha conseguido mantenerlo fresco, relevante y rentable a través de actualizaciones constantes, convirtiéndolo en una plataforma que ha trascendido generaciones enteras de consolas.

Y es que GTA V ha sido reeditado y portado a prácticamente todas las plataformas modernas: PlayStation 3, Xbox 360, PC, PlayStation 4, Xbox One, e incluso a la nueva generación con versiones mejoradas para PS5 y Xbox Series X/S. Ningún otro título ha tenido una longevidad semejante en la historia moderna del videojuego. Con más de 200 millones de copias vendidas y ganancias que superan los 8 mil millones de dólares, GTA V no es solo un éxito comercial: es un fenómeno cultural comparable con las franquicias más grandes del entretenimiento.

Recuerdo perfectamente el día de su lanzamiento. Falté dos días a la universidad solo para poder vivirlo sin interrupciones. Apagué el teléfono, cerré las cortinas y me sumergí por completo en Los Santos, decidido a exprimir cada misión, cada detalle, cada locura. Fue una experiencia que aún conservo con cariño: la sensación de estar ante algo irrepetible. Y, siendo honesto, estoy casi seguro de que haré lo mismo en mi trabajo cuando GTA VI llegue al mundo. Porque hay juegos que no se juegan… se viven.

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Al final, Grand Theft Auto V no es solo una historia sobre crimen o corrupción. Es una radiografía de nuestra sociedad: un retrato brutal, exagerado y lúcido de lo que ocurre cuando la ambición y el vacío se confunden con libertad. Diez años después, su mundo sigue tan vivo como el día de su lanzamiento, y cada nuevo jugador que pisa Los Santos revive esa chispa que lo convirtió en leyenda. Porque más allá de sus excesos, de su sátira y su caos, GTA V sigue recordándonos que, en su locura, late el reflejo más claro de nuestra propia realidad.

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