Lo que tienes que saber
- En días recientes, las autoridades estatales y federales anunciaron la realización de una consulta ciudadana sobre el proyecto del Parque Ecológico y de Reciclaje en la Región Tolteca (Atitalaquia, Tlaxcoapan y Tula de Allende).
- De acuerdo con la información oficial, el proyecto busca atender el problema de los residuos sólidos urbanos de la zona, promover el reciclaje, la valorización de desechos, la economía circular y la recuperación ambiental.
- La presa Endhó, la termoeléctrica, la refinería, las cementeras y la planta de tratamiento de aguas residuales son ejemplos de obras que, lejos de mejorar la calidad de vida, han profundizado la degradación ambiental y los impactos a la salud.
La promesa de un futuro “verde”
En días recientes, las autoridades estatales y federales anunciaron la realización de una consulta ciudadana sobre el proyecto del Parque Ecológico y de Reciclaje en la Región Tolteca (Atitalaquia, Tlaxcoapan y Tula de Allende).
De acuerdo con la información oficial, el proyecto busca atender el problema de los residuos sólidos urbanos de la zona, promover el reciclaje, la valorización de desechos, la economía circular y la recuperación ambiental. En el discurso, se presentaba como una alternativa “verde” y de beneficio colectivo, además de buscar justicia social para la población local.
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Una región saturada de contaminación y de proyectos fallidos
Sin embargo, el anuncio de este proyecto y la consulta no ocurre en el vacío. La región carga con una larga y pesada historia de proyectos impuestos que prometieron desarrollo y saneamiento, pero que en los hechos no resolvieron los problemas de fondo.
La presa Endhó, la termoeléctrica, la refinería, las cementeras y la planta de tratamiento de aguas residuales son ejemplos de obras que, lejos de mejorar la calidad de vida, han profundizado la degradación ambiental y los impactos a la salud. Por supuesto que la memoria colectiva de todos estos fracasos, explica en gran medida, la desconfianza actual.
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La consulta: ¿Legitimidad o simple trámite?
En este contexto, una consulta pública no debería entenderse como un trámite administrativo más para lograr la aceptación de un proyecto casi impuesto, sino como un elemento central para la legitimación. Consultar implica informar de forma clara, transparente y completa, escuchar las preocupaciones de la población y construir confianza mutua.
Cuando la información llega tarde, de forma apresurada, fragmentada y sin sustento técnico accesible, la consulta pierde sentido y se percibe más como una simulación, que como un ejercicio real de participación ciudadana.
Una de las regiones más contaminadas del país y del mundo
Es importante subrayar que la Región Tolteca es reconocida mundialmente como uno de los puntos críticos de contaminación más graveas del planeta. Por generaciones, las familias han vivido expuestas a contaminantes industriales, aguas residuales y emisiones tóxicas. Las consecuencias son devastadores y evidentes: altas tasas de cáncer, enfermedades respiratorias y padecimientos crónico degenerativos.
Antes de pensar en nuevos proyectos, una de las preguntas obligadas es ¿Cómo se van a resarcir los daños que se han acumulado durante décadas?
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Primero reparar, después proyectar
El sentir de las comunidades es claro: Antes de sumar otra obra fallida, la prioridad debe ser la remediación ambiental, la atención integral de la salud y el reconocimiento de los daños acumulados. Sin una verdadera justicia ambiental y restaurativa, cualquier proyecto, por más verde que se anuncie, carecerá de credibilidad.
La responsabilidad de decidir bien
Más allá de aceptar o rechazar cualquier proyecto, el fondo del debate está en cómo se toman las decisiones públicas en territorios históricamente afectados. En regiones como la Tolteca, cualquier iniciativa tendría que partir del reconocimiento del daño acumulado, de información técnica accesible y procesos verdaderamente participativos y empáticos con la población que razonablemente desconfía de las autoridades.
Las consultas deberían ser parte de un diálogo constante entre comunidades y autoridades, donde los últimos acepten su responsabilidad y garanticen la salud, el ambiente sano y los derechos colectivos. Sin estos elementos, cualquier proyecto, por más ecológico que se anuncie, correrá el riesgo de repetir los errores del pasado y profundizar la desconfianza social.
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