En su oficina suena La cabalgata de las valquirias y, sin más, pregunta: “¿La conoces?”. Sin embargo, su favorita es Interstellar: Soundtrack, de la película del mismo nombre.
Miguel Ángel Tello, secretario de Planeación y Prospectiva, reconoce que ha tenido una vida de privilegios, pero también marcada por los claroscuros. Uno de los episodios más significativos ocurrió durante la pandemia de COVID-19, cuando, tras ocultar su decisión a su familia, tomó su coche y se internó solo en el Hospital General debido a una baja saturación. Era un momento en el que conocidos y desconocidos perdían la vida a su alrededor, pero asegura que siempre tuvo la certeza de que saldría adelante.
Otro golpe duro en su vida fue la muerte de su abuela Martha, a quien consideraba como una segunda madre.
A sus 33 años, Miguel Ángel se define como un hombre comprometido hasta la necedad, disciplinado y, aunque idealista, también práctico. Padre consentidor, amante de los mariscos y apasionado de la cocina, dice que su vida ha estado marcada por la constancia desde la infancia.
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Nacido en el seno de una familia empresaria, asegura que los números “corren por sus venas”. “Pensar y hacer en números es mi naturaleza, y soy muy bueno en eso”, afirma. No obstante, admite que también soñó con ser chef, una pasión que heredó de su madre, Silvia, una maestra de primaria y excelente cocinera.
Durante su niñez, su padre lo formó con una disciplina férrea: todos los días, sin excepción, a las 4:50 de la mañana, levantaba a Miguel Ángel y a su hermano Daniel para correr o nadar. Esa rutina, asegura, le enseñó el valor del esfuerzo y la constancia.
Los números le dieron sus primeros triunfos, al participar en competencias de matemáticas. Su padre lo motivó a estudiar Ingeniería en Negocios y Tecnología, pero dejó la carrera tras seis meses al darse cuenta de que no era lo que buscaba. Además, estudiar en Monterrey en los años más inseguros de la ciudad marcó su decisión de abandonar ese camino. Finalmente, optó por estudiar Ingeniería en Alimentos en la Universidad de Cornell, en Nueva York, lo que combinaba su interés por los números y su gusto por la comida.
El interés por la agricultura lo llevó a experimentar con el cultivo de aguacate y nopal, este último aún persiste. Sin embargo, fue en la política donde encontró otro propósito. Su acercamiento se dio al conocer al actual gobernador Julio Menchaca, un político de quien escuchaba hablar bien a todos, algo que le llamó profundamente la atención. “En una profesión tan demeritada como la política, descubrir a alguien de quien nadie tenía una mala palabra fue revelador”, confiesa.
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Desde entonces, Miguel Ángel comenzó a colaborar con Menchaca, planteándole proyectos que buscaban mejorar las condiciones de vida de quienes no han tenido las mismas oportunidades que él. Reconoce ser parte de un pequeño porcentaje de mexicanos que han crecido en condiciones de privilegio, pero afirma que eso debe estar al alcance de todos.
Por ello, después de años de resistirse a tatuarse, ahora planea hacerlo con una frase que ha marcado su vida: “Cambiar la realidad de miles”.
En su vida personal, está casado con Liliana, con quien tiene dos hijos, Miguel y Emma. Desde siempre quiso formar una familia muy joven para replicar lo que vivió con sus padres, a quienes considera un ejemplo a seguir.
Aunque le apasiona la administración pública, sueña con retirarse algún día cerca del mar, disfrutando de su comida favorita: los mariscos.
Al preguntarle sobre las comparaciones que han hecho entre él y el personaje de Javi Noble, responde con una carcajada: “Es porque no me conocen”. Entre risas y con Interstellar como fondo, vuelve al trabajo, convencido de que su sueño de mantenerse y escalar en la administración pública es más que una meta: es el objetivo por el que trabaja cada día.
- Portada
- Miguel Ángel Tello: el político que desafió la pandemia, la disciplina y hasta a Javi Noble
- Buenas adaptaciones y Cien años de soledad