Un recurso muy tentador para los gobiernos cuando enfrentan un problema que no saben o no quieren resolver es acudir a medidas autoritarias que deciden de manera unilateral, de manera irreflexiva, y que difícilmente resuelven temas de fondo.
Durante la octagésima quinta sesión de cabildo celebrada la semana pasada en el ayuntamiento de Pachuca, se dio lectura a una iniciativa que pretende restringir la venta y consumo de bebidas alcohólicas en centros nocturnos, discotecas, bares, casinos, centros botaneros, cantinas, restaurantes-bar y establecimientos de elaboración de comida que cuenten con permiso para su venta.
La idea presentada por el alcalde, Sergio Baños, busca reducir el horario para la venta de bebidas alcohólicas de las 01:01 horas a las 13:59 del día siguiente, de lunes a domingo.
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La medida, que se prevé discutir para su eventual aprobación esta misma semana, estaría dirigida a establecimientos que vendan bebidas alcohólicas “en envase abierto, cualquiera que sea su denominación”.
La medida rápidamente despertó y unió al gremio que salió a reprobar la medida, que impactará a quienes se dedican a vender alcohol, no solo cantineros o propietarios de bares, sino empresarios del ramo restaurantero u hotelero.
En conferencia de prensa, Carlos Méndez Tejeda, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados (Canirac), calificó la medida como retrógrada, pero además resaltó sus efectos perniciosos en un sector que no termina de recuperarse de la pandemia.
Francisco Javier Zavala, presidente de la Asociación de Bares y Cantinas de la ciudad, después de reunirse con integrantes del gremio, expresó que la medida puede provocar el efecto contrario de lo que busca combatir.
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Y es que, según Sergio Baños, una de las razones de la medida es inhibir el consumo de alcohol entre los jóvenes, evitar accidentes viales y contribuir al combate al alcoholismo, al que ve como causa de desintegración familiar y deserción escolar.
Pero Zavala advierte que las medidas, lejos de reducir el consumo entre jóvenes, podrían fomentar la venta clandestina de alcohol en locales, bodegas y casas, práctica que, por cierto, ya sucede.
El representante de unos 40 bares dio en el clavo: la medida punitiva no es la solución. Es lo mismo que sucede con la estrategia contra el consumo de drogas que lleva décadas sin ningún resultado positivo. La prohibición y su combate con esa postura ha mostrado su fracaso, pero los gobiernos que impulsan esa estrategia se niegan a reconocerlo.
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En Pachuca y Mineral de la Reforma, donde también se aprobó restringir su venta con un tope hasta la 1 de la madrugada, la solución no es reducir el horario de consumo, en todo caso serviría que ambos gobiernos hagan su trabajo y clausuren a los que venden alcohol a menores de 18 años, o que incumplen con las regulaciones de seguridad, algunas tan básicas como tener un extintor o tener una ruta de evacuación en caso de emergencia.
Los gobiernos municipales también deberían practicar otros enfoques. La ciudadanía no debe ser tratada como si no tuviera capacidad de raciocinio, ni posibilidad de ejercer su voluntad con consciencia de sus actos. Apostarle a la información, al fomento de un consumo responsable tendría mejores resultados que prohibir a tontas y locas.
Y una más: las grandes ciudades en México, ya no digamos en Europa, mantienen horarios abiertos sin que tengan que preocuparse de si hay un alto índice de alcoholismo en la juventud, asunto que debería ser asunto de los padres o tutores.
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