Teresa Samperio León es mucho más que un nombre; es un símbolo de integridad y determinación. Si la utopía tuviera nombre de mujer, llevaría el suyo. Estas fueron las palabras pronunciadas en un reconocimiento público el 15 de diciembre del 2019, para la también llamada “mujer del verde olivo”. Y es que ella tiene una vida guiada por la congruencia entre el hacer y el decir, lo que la ha llevado a ganarse el respeto de propios y extraños, además de ser un referente en la vida política de esta entidad.
Hecha de una sola pieza, Tere es el ejemplo de una existencia bendecida. “En mi historia no hay dramas, yo nunca he sido una víctima, porque soy un alma libre”, señala.
Sentada en su café favorito, hace un recuento de sus 71 años de vida: de la infancia llena de alegría y protección al lado de sus padres y seis hermanos en la hacienda pulquera de San Nicolás Tecoaco, en Epazoyucan, donde, dice, le inculcaron los valores y la disciplina con los cuales transita por la vida.
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Así, franca como es ella, nos cuenta de sus amores, sus sueños, su lucha por los ideales en los que cree y su profunda admiración por el Che Guevara. Habla de la pandilla que lideró en su niñez, de los juegos en el sauce llorón de la hacienda. “La vida ha sido buena conmigo”, asegura.
A los 16 años, su tío, el sacerdote Héctor Samperio, la invitó a trabajar en el Centro Hidalguense de Investigaciones Históricas. Ahí conocería a quienes luego serían referentes en el estado: Raúl Guerrero, Roberto Meza, Víctor Manuel Ballesteros, Juan Manuel Pérez Llaguno y Raúl Arroyo. “En ese tiempo soñaba con casarme y tener hijos, pero veía que ellos tenían una carrera, que hacían algo más que tener una esposa, y por eso me fui a inscribir a la preparatoria”.
De sus amores recuerda a un policía federal que le llevaba poco más de 20 años y con quien pensó formar una familia. La vida, sin embargo, no la llevaría por ese camino. “Mi destino, estoy convencida, era otro. No hubiera tenido la vida maravillosa que he tenido, y no me arrepiento ni por un segundo”, enfatiza.
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Durante más de 45 años ha estado en el ámbito político y, bajo el precepto de no dañar ni lastimar a la gente, ha militado siempre en la izquierda, desde el Partido Comunista Mexicano, el Partido Socialista Unificado de México, el Partido Mexicano Socialista y el PRD, donde asegura estará “hasta su último aliento”. “Hay quien dice que soy una contradicción, ya que fui educada en un colegio de monjas y soy católica de religión, pero he entendido a lo largo de la vida que esto no es una contradicción, ya que tienen el mismo fin: el bien común”.
Hay una figura que no puede separarse de Tere Samperio, y quienes la conocen lo saben bien: el Che Guevara. Tere lo descubrió en el Centro Hidalguense de Investigaciones Históricas, mientras se encontraba en la biblioteca, cayó en sus manos el libro Nacahuasu, la Guerrilla del Che en Bolivia. En una de sus páginas había una fotografía del legendario guerrillero ya sin vida. “Al principio no me percaté de que la fotografía mostraba el rostro de un hombre sin vida, solo quedé cautivada”. A partir de ahí indagó sobre la vida del Che, y desde entonces, cada 9 de octubre, le rinde un homenaje. Ya han pasado 20 años desde esa tradición.
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Tere es la dama de hierro, pero también se quiebra al recordar a quienes han sido sus afectos y ya han partido. Con lágrimas evoca la muerte de sus dos hermanos mayores, así como de Isidro Pedraza, Jorge Yáñez y Roberto Meza. El dolor aún aflora, al igual que los recuerdos. Entre ellos está el día en que Isidro Pedraza le regaló un automóvil pintado con toda la línea partidista que ha seguido a lo largo de su vida, además de una fotografía del Che Guevara. “Ese era Isidro, un hombre fuerte que tenía los mejores gestos para sus amigos y para los necesitados. Y yo era su amiga”, destaca.
Ella es Tere, quien está más allá del bien y del mal; la abogada con un promedio de 9.7, la especialista en docencia y a quien un diplomado en teología le cambió la vida. Pero también es la ingobernable, la mujer que defiende y sigue sus principios. La que ama la libertad y por su puesto, el verde olivo, que simboliza una mezcla de poder y compasión, de lucha y de paz.
- Portada
- Tere Samperio: La mujer que hace de la libertad y sus convicciones su legado
- Lo absurdo de que nos guste El juego del calamar