Joselyn Sánchez

Uno de los hechos que marcó la vida de la historia moderna, fue sin duda el atentado contra las torres gemelas, acontecido ese 11 de septiembre del 2001, un hecho que también me marcó, pues desde entonces quedé maravillada de lo importante que es son las noticias en contextos como este.

Debo decir que quizás no fue mi principal motivación para estudiar ciencias de Comunicación, pero, sin duda, sembró una semillita en mí que germinó hasta convertirse en otra cosa. Hoy formo parte de las filas de aquellos y aquellas que cuentas esas las historias que otros se sientan a ver o leer desde casa.

Ese 11 de septiembre fue como cualquier otro, me levanté temprano para ir a la escuela y asistimos a las clases como si el mundo no se fuera a acabar. Sin embargo, cuando estábamos en la segunda clase, los profesores comenzaron a inquietarse, salieron del salón y tardaron un buen rato.

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Luego, cuando nuestra profesora regresó al salón, nos dijo que había pasado algo en Estados Unidos, que prenderían las televisiones para que pudiéramos enterarnos de lo que pasaba y cuando comenzamos a ver las imágenes sólo se veía mucho humo, desesperación, gente de emergencias y un contexto que no terminábamos de entender.

Dos aviones se habían estrellado contra las torres gemelas, pero ¿por qué? La maestra comenzó a explicarnos que se trataba de un ataque terrorista, que el país del norte estaba en caos y que existía mucha incertidumbre en ese momento, no sólo en México, sino en varias partes del mundo.

Un tercer avión secuestrado fue estrellado contra el Pentágono y, un cuarto, contra de Washington D.C., o que provocó aún más caos y zozobra, el rostro de los profesores se notaba desencajado, nadie entendía lo que pasaba, ni nosotros, sólo veíamos imágenes que, en ese entonces, no alcanzábamos a comprender o a entender.

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Al final, decidieron dejarnos ir a casa, lo cual, para una chiquilla de secundaria, resultó muy conveniente, significaba que no tendríamos clases el resto del día y que, mejor aún, no tendríamos tarea. Entonces, podríamos llegar a casa a holgazanear y ver tele, sin embargo, la cobertura del evento estaba en todos los canales, así que ese día no hubo más que el atentado.

En ese entonces, no dimensioné lo importante que fue la cobertura de ese evento, pero, como una reportera de campo, una reportera que ha visto cosas que nadie debería ver, debo decir que la cobertura de ese hecho también fue histórica, porque, a miles de kilómetros, fuimos testigos de la desesperación y la zozobra.

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