Sandy Franco

En cualquier latitud del mundo, desde la persona que vive en la esquina de mi casa, hasta la mismísima Elizabeth Olsen, todos, absolutamente todos alguna vez hemos visto aunque sea un capítulo del ícono de Colombia en la televisión, el éxito masivo de años: Yo soy Betty la Fea.

Recordemos un poco la historia: una joven que consigue un trabajo en una empresa de modas en Colombia y se enamora de su jefe, el problema es que Betty no es atractiva a los ojos de Armando y en una serie de estrategias para mantenerla de su lado después de ciertas cosas que hizo para cumplir unas metas, Armando intenta conquistar a Betty.

Después de 355 capítulos (sí, 355) Armando fue quien se enamoró de Betty tal cual era, dejando un mensaje de que todas las mujeres podían encontrar al amor de su vida, lucieran como lucieran, lo importante era la belleza interior, como en toda telenovela (bueno, la mayoría de ellas) vivieron felices para casi siempre.

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Betty La Fea fue exitosa cuando terminó, cuando la repitieron la primera vez, cuando la volvieron a pasar hace poco en un canal de televisión abierta; Betty logró brincar las fronteras con más de una versión y a las generaciones con su introducción en plataformas como Netflix y Prime.

25 años después, la historia de Beatriz Pinzón Solano y Armando Mendoza no ha perdido el brillo y podríamos decir que nunca se fue, permaneció primero en las mamás que veían la telenovela en cada repetición, pasó a la siguiente generación que continuó con una especie de tradición y saltó a otra generación más en la que se adaptó a los tiempos.

Ahora, en la vida de Betty después de Betty, nuestra protagonista es un meme, se cuela entre los videos de TikTok, la mandamos en forma de un sticker y la usamos en una conversación en cuyo contexto todos estamos conectados, porque ella con sus lentes de pasta gruesa y suéteres muy pero muy holgados, ha pasado las barreras del tiempo y el espacio.

Con tantos años preservada en la memoria colectiva del mundo (porque fue emitida en 180 países) no fue extraño que de pronto, 25 años después, la historia continuara, ahora en formato de serie, con casi todo el elenco original y a través de una plataforma como Prime.

Betty La Fea, La historia continúa no es un resurgimiento de la telenovela colombiana, no es un reboot, no es un renacimiento de las cenizas, el producto que se estrenó en días pasados es simplemente eso, un seguimiento del éxito que no ha muerto.

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Si bien, siempre que se trae de vuelta una producción con el mismo elenco puede tener dos caminos: uno del éxito que pocos lo logran y el otro en el que han terminado ejemplos como los reboots de Sex and the city y That’s 70 show.

En el caso de Betty La Fea, sus dos primeros capítulos conservan la comedia que nos atrapó a finales de los 90 y principios de los 2000, aunado a que todos queremos saber qué pasó con Betty y su matrimonio, con la hija que tuvo y Ecomoda, todos esos detalles se develan en estos episodios y es un acierto que Betty se haya adaptado a cosas como la tecnología e incluso a los tiempos post pandémicos.

Betty tiene un buen respaldo de años, solo hay que esperar a que esta nueva etapa no terminé con el mismo sinsabor de Ecomoda, la secuela que se proyectó poco después del final de la telenovela, que el tiempo nos de la razón y sigamos viendo a Betty con el mismo brillo de siempre y mientras tanto ¡Corte y queda!

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