Quien vive o vivió en una construcción donde el centro es un patio, recordó todo lo que se puede realizar en ese sitio, regularmente abierto al aire libre. En la ciudad de Puebla la organización Cultura Efímera A.C. intervino cinco casonas para mostrar lo histórico con lo contemporáneo.
Patio Efímero, en su quinta edición reunió el talento de las y los ganadores de las cuatro ediciones anteriores, para “celebrar este primer lustro de resignificar el patrimonio a través del arte contemporáneo y la arquitectura”.
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Consideran que son cinco años de habitar en comunidad. Arquitectura efímera, con las que se establece un diálogo entre el patio histórico y el arte contemporáneo.
La jornada se realizó del 28 de septiembre al 6 de octubre, en casonas del Centro histórico de la ciudad de Puebla.
Las cinco sedes fueron: Centro Cultural D´Los, ubicado en 5 sur 506, que presentó la instalación Intersección por Interna Colectivo; Casa Santa Inés, en 3 sur 905, del Colectivo Molecular que presentó Verbena; Casa de la Aduana Vieja, ubicada en 2 oriente 409, que participó con la instalación Lugar de Encuentro.
Además: Casa Benítez, de la 5 poniente 134, donde el team Taller Ezequiel Aguilar Martínez, participó con la instalación Reflexiones sobre la realidad (en)común(idad) y la Casa de la Siempreviva, ubicada en 7 poniente 316, donde Muna realizó Segundas líneas.
El programa incluyó una conferencia llamada Patio académico con diferentes ponentes del arte, la arquitectura y el patrimonio.
Esta agrupación define la instalación efímera en el patio histórico como: “resalta el valor profundo de estos espacios como puntos de encuentro, convivencia y expresión cultural. Cada rincón de esta intervención actúa como un testimonio de cómo la vida cotidiana se entrelaza con la historia, tejiendo un vínculo social en el que las experiencias compartidas se transforman en memoria colectiva y en un legado de futuras generaciones”.
Recordamos que los patios de la ciudad de Puebla han sido epicentros de interacción. Ahí se encontraron el diálogo, la conexión de generaciones, los espacios comunitarios donde viven o vivieron varias familias y hoy han cambiado de alguna manera.
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En la reflexión, dicen los organizadores: “se desprende es esa experiencia es que, al cuidar y celebrar estos espacios, no sólo preservamos la historia, sino que también nutrimos el sentido de comunidad. Los patios van más allá de ser simples estructuras; son el pulso de la vida social, donde cada encuentro enriquece la diversidad de nuestra experiencia compartida”.
Visité las casonas entre la lluvia, lo que le dió otro significado de ver esas construcciones a unas calles del zócalo, de la Catedral, entre muros altos, escaleras empinadas, arcos en los patios, ventanas amplias.
Todo un destino qué visitar, incluso, si me lo permiten, para ver en dónde vivían otras personas. ¿No les da curiosidad?
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